Masonería argentina e internacional. Estudios y propuestas masónicas.

sábado, 22 de marzo de 2008

TIEMPO Y MASONERIA


El tiempo.

Dice la poetisa: (1)

Si hubiera tiempo, el tiempo
podría ser un mar
y los días, las olas.
Si hubiera dios, si hubiera,
dios podría ser un mar
y sus gestos, las olas.
Si hubiera, si pudiera,
si aún pudiera llorar,
lloraría al tiempo, a dios
y a tantos otros muertos (1)

En la poiesis, el tiempo es de origen divino, y encuentra una explicación en la eternidad del mar, que se expresa con las olas, los gestos diarios del tiempo.

¿Cuánto tiempo disponemos? ¿Cuánto es el tiempo de nuestra vida?

No lo sabemos: la incertidumbre, la ausencia fatal de ese conocimiento preciso en forma racional, nos hace vivir negando el tiempo de vida que transcurre, a fin de evitar la dolorosa idea, sensación y presencia irrefutable de la muerte.


En los libros Sapienciales que integran el L.·.V.·.L.·.S.·., es QOHÉLET –traducido al griego como “ekklesiastés” , o predicador, en la tradición latina- hijo de David, rey de Jerusalén, quien muestra su pérdida de confianza en el orden inmanente del mundo, núcleo de la concepción de la sabiduría antigua. Las realidades descritas por el sapiente, vienen a negar el sentido de la existencia: la injusticia, la desproporción entre la actuación del hombre y su resultado, y en definitiva, la muerte que iguala al justo con el impío.

Muchas veces hemos escuchado sinceros elogios de las virtudes masónicas: fundamentalmente, la laboriosidad de sus miembros implicada en el perfeccionamiento personal, a través del burilado de su propio espíritu, cultivando las virtudes del trabajo, de la tolerancia, de la educación y del conocimiento en general.

También hemos escuchado o leído, muchas teorías o explicaciones sobre el origen de nuestra Orden, principalmente algunas que las retrotraen al Antiguo Egipto, otros inclusive a los orígenes de la historia, y los más tempranos a la orden de los Caballeros Templarios.

Evidentemente, ese lenguaje alegórico ha servido para fundar en algunos casos, presunciones sobre la riqueza y prosperidad de la francmasonería en todo el orbe, a partir de conocimientos que superando aquellos de los mas comunes de los mortales, mutan a su poseedor en una especie de Dr. Fausto con capacidad alquímica para transmutar el plomo en oro.

Todas estas alegorías encubren un verdadero lenguaje simbólico que esconde cuáles son las verdaderas riquezas de la francmasonería: y en principio debemos señalar como principal metal aúreo, a sus propios miembros, quienes pulen y refinen tal noble metal en la fragua de la fraternidad y de la solidaridad con sus miembros.

Soberbia es la contracara de la fraternidad: no puede existir un soberbio sin súbditos o aduladores, así como no puede existir fraternidad sin hermanos, esto es, aquellos que por herencia, tradición o voluntad propia, han elegido con quiénes tener un vínculo que excede los límites de la amistad, aunque la comprenden como círculos concéntricos y tangenciales..

Deviene así esta necesidad de re – descubrir al otro como hermano, como un llamado inclaudicable y perentorio del espíritu.

Urgente como pulsión pasional: el ser nos reclama a la alteridad, al intercambio, a la complementariedad.

Sin embargo esta tarea no es fácil porque el tiempo se nos escurre de los pliegues de nuestro espíritu tratando de aceptar y ser aceptados por los otros, por los demás, por los gentiles, por los diferentes, sin poder muichas veces comprender que nosotros mismos somos diferentes y gentiles.

Y es esta visión y concepción del mundo que nos rodea, lo que explica la verdadera naturaleza de las riquezas masónicas. Surgen potentes los símbolos de las herramientas entregadas desde el primer día en la Orden, como instrumentos de generación y regeneración interna y externa.

En esta nueva lectura que realiza el iniciado y luego el masón en su adultez, es el tiempo –entendido como el discurrir la propia vida en su temporalidad- aquello que resulta mas difícil de controlar, gastar y aprovechar.

Cuántas veces escuchamos: ¡el tiempo es oro!, cuantas veces repetimos en silencio los versos de Jorge Manrique a la muerte de su padre, cuántas veces quedamos presos del pasado, sin darnos cuenta que somos dueños del presente y del porvenir.

Y es así finalmente, con esa riqueza del tiempo fraterno, como accedemos a los verdaderos y profundos tesoros de la masonería: el aljibe secreto, el verdadero "ouroboros" que en su circularidad nos hace volver siempre al origen.

(1) “Poemas anteriores” (1939 / 1944). VILARIÑO, Idea – Poesía completa – Cal y Canto. 1943

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