Masonería argentina e internacional. Estudios y propuestas masónicas.

lunes, 19 de mayo de 2008

LUCIFER

Apuntes para la reflexión.

Armaçâo de Buzios, RJ. Brasil. Enero 22 de 2008.

Lux-fers: el portador de la luz.
Dia-volos: el que permanece en el mundo.

¿Cuántos de estos miedos restan a los iniciados?
¿Por qué el miedo?
Sólo una profunda revisión del concepto de la gnoseología del mal puede mostrarnos el sendero.

Hace algunos años, la revista "TIME" con singular agudeza señaló que "el diablo no existe pero ocurren cosas malas …"

¿Es esto así?
¿Existe el diablo?
¿El diablo es Lucifer, Satanás, Belcebú, el Maligno?

La figura del mal está vinculada desde el origen del cristianismo a dos situaciones específicas: la tentación y el mal "per se" -del que se solicita el apartamiento- en tanto de la primera se ruega no caer en la misma.

De tal modo, en la raíz de la teología cristiana existe un reconocimiento al peligro del mal.

En la tradición hebrea, el singularísimo Libro de Job nos enseña la terrible escena del diálogo de Yahvé con Satanás y la posibilidad que el Supremo Bien le entrega al Señor del Mundo (diavolos) de someter a Job a sus intrigas e iniquidades, aunque singularmente también, le advierte que no toques su esencia (vid. Job 1, 12)

Desde el fondo entonces de la civilización occidental, se encuentra la distinción entre el bien y el mal. Interesa destacar aquí que aún los justos no escapan al sufrimiento y al padecimiento.

¿Es de una entidad equivalente el Mal y Jehová (Yahvé o YWHW), el Dios cristiano o el Dios Musulmán?

No.

La teología católica especialmente -y en general todo el cristianismo- señalan la inequivalencia de ambos como supone el mazdeísmo, el zoroastrismo.

Sin embargo, malas cosas ocurren … y la tentación resta incólume frente al Justo.

En el Gólgota, el Maestro Divino angustiado en su humanidad clama en su Agonía final, por el abandono presunto del Padre: "Eli, eli, sabactani" es el clamor de toda una humanidad que se redime en el "Maran Athá" subsecuente.

Es esa imploración permanente del salmismo, del rogante en la Didascalia, la que permite entreveer la horrorosa abisalidad del abandono del Amor Eterno, de su ausencia.

Tal vez en esa abisalidad, en ese precipicio y sima se encuentre aquél que encarna en sí mismo, el grito desgarrado del Hombre (aquí con mayúscula, como re - presentado por el "Hijo del Hombre" tal como se denomimó "ille ipse" el Jesuscristo).

La masonería no posee una teología como el cristianismo ni tampoco sus maestros son émulos de los sacerdotes derogados por los judíos en el año 70 d.C.

¿Es impasible o inconmovible a la tragedia del mal y del padecimiento del hombre?
¿Es su laicidad una excusa para evitar un encuentro dificultoso con el dogmatismo cristiano?

No lo creo.

En lo personal, me ha conmovido siempre la sacralidad de mis Hermanos en cada Tenida, en cada trabajo realizado, en el "HH.: retirémonos en Paz" luego de celebrada la Obra a la G.:D.:A.:D.:U.: fuente y manantial de todas las gracias.

Mas allá de creer que el Divino Maestro instaura el sacerdocio real en cada una de sus criaturas racionales, y que se funda en tal modo el linaje real que desciende de Melkisedec y nos pone en el camino de la Jerusalem Celeste en donde se hace realidad Philadelphia, quiero insistir en la figura de la luz de y en su portador, Lucifer (Lux fers, el que lleva la luz) que es el mayor de los Angeles y de las Potestades Tronos y Dominaciones de la teodicea cristiana.

Sólo que su pecado consiste en el conocimiento adámico, en su voluntad humana de la sapiencia, "della cognoscenza …" la misma voluntad que nos ha permitido la inclusión en el sendero de la iniciación, el conocimiento del Arte Real, esto es, el Arte que sostiene y domina a todas las coas, el que sostiene por último los poderes, tronos y dominaciones.

Sin embargo, existe un detalle: la libertad con la cual debe realizarse el trabajo.

La lucha en pos de la virtud -curiosamente, "vir" es la raíz latina de hombre; "vir, viri" se predica en latín de un hombre y Paulo de Tarso imperativamente ordena "Isto vires" (sed hombres), para padecer y soportar el padecimiento- es la esencia del trabajo masónico.

La búsqueda de la virtud así planteada encuentra un origen inconmovible en el SER HOMBRE.

Esto nos explica porque somos una sociedad de hombres, divina en sólidos fundamentos y basamentos en la ética y en la moral, pero peregrinante a la Jerusalem Celeste, el Oriente Eterno, donde se celebra el Ágape de los justos, de los locos, los mismos que no se rindieron y prosiguieron con el "clamabo ad Te Domine" en cada uno de sus actos.

Esta sociedad de los Benevolentes, recupera a sus hijos de las "Tenebrae Aeterna" por medio de la luz; luz que se expresa en la Fraternidad de su lazos, en la singularidad de sus miembros que han decidido compartir sus padecimientos para mirar a la luz de frente, sin cerrar los ojos como explicara Isidoro de Sevilla.

La bondad es la medida del corazón justo; y si una bondad fundada en temor a la casta sacerdotal -acatamiento a los preceptos de cualquier clerecía o casta sacerdotal- pudiese rendir frutos a la sociedad, a las almas y a los espíritus, mucho mejores frutos rendirá una bondad fundada en el libre albedrío, en la libertad de elección, enraizada no sólo en la justa retribución prometida en la Parábola de los Talentos (vid. Lucas 19:11,27) sino que además nos exija a todos en forma concordante, o concordial si mejor pudiese expresarse.

Es en Jerusalem -Oriente que nos espera en la Magna Iniciación- donde serán pesados y juzgados nuestros corazones, nuestros actos, nuestras lágrimas, nuestros dolores y nuestras ofrendas.

El verdadero maestro sabe que su obra se edifica en el costa NE donde resta la piedra desdeñada por los constructores: esa piedra es la que debe burilar / se para encajar en el templo "ad maiorem gloriam Dei" que es el Templo de Salomón, rey de Israel, construcción que nos permite ser adquiridos por nuestro linaje real y ser nosotros mismos Reyes y Señores de la tierra.

No uno, sino Todos, en Todos, un cuerpo celeste que permita la elevación espiritual de la Obra.

Amen.

1 comentario:

Anónimo dijo...

EL DIABLO NO EXISTE SOLO ES DIOS CUANDO ESTA BORRACHO DECIA EL MAESTRO

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