Masonería argentina e internacional. Estudios y propuestas masónicas.

lunes, 14 de abril de 2008

AL - ISLAM (II)




Shalom, Salaam, Paz, Peace…

Aportes doctrinarios masónicos a la tolerancia en la fe.

He señalado en anteriores trabajos en este mismo blog, que la globalización ha traído como consecuencia inmediata, la repentinización y universalización de los conflictos.

Es notorio que a partir del 11 S en USA, el 11 M en España y la actividad terrorista cumplida en Inglaterra y la veloz respuesta en detrimento de la seguridad personal, impone certificar la pérdida de los beneficios de la Paz de Westfalia (1648), la huída hacia delante del concepto de soberanía política de los Estados y la pérdida de la guerra como algo entre países o grupos armados: hoy se ha privatizado el combate y se ha trocado al guerrero en un fanático religioso.

Las voces condenando el terrorismo de Al Qaeda no pueden objetarse en rigor de conciencia: sin embargo, creo prudente conmemorar la paz, la tolerancia y la fraternidad.

En efecto, los masones debemos por formación, vocación, estirpe y tradición, levantarnos frente a la intolerancia, el dogmatismo, la fe como razón de Estado o como razón de exterminio. Para ello, las herramientas de la razón y el recto pensar deben conjugarse con nuestro noble corazón.

Reconozco que no es una tarea simple: la lectura a veces tumultuosa del Sagrado Qu´ran no ayuda a razonar o evitar la confrontación con convicciones y creencias raigales, entroncadas en la pertenencia judeo - cristiana-

Sin embargo, la destrucción de lrak, de Palestina, o Siria, y las huellas de la herencia islámica en Europa nos confronta con nuestra propia barbarie neo-occidental, que destruye con ahínco los valores y creencias de pueblos milenarios imponiéndoles soluciones políticas que reniegan de sus fundamentos religiosos.

Es tiempo por tanto, de serenidad y templanza.
De hombres templados y aplomados, de hombres templados y templadores de epopeyas.
Es el tiempo de los templarios, en este malformado e incipiente siglo XXI.

El Occidente confesionalmente cristiano: equivocidad del concepto.

Resulta evidente que Occidente no es un lugar unívoco; tampoco una “weltschauung” o cosmovisión similar para un americano del norte y otro del sur, o para un francés o para un turco.

Surge inmediatamente el cuestionamiento inquieto acerca del lugar del Islam en la nueva Europa, porque es evidente que en América la espada española y la cruz pontifical romana, han aherrojado por el momento su ingreso.

Resaltar la herencia cristiana de Europa dejando de lado su herencia musulmana (videre p.e. el proyecto de Tratado Constitucional para la Unión Europea) trae como consecuencia inmediata la propuesta de un regreso al principio más simple de la laicidad que constituye la verdadera cultura de Europa, toda vez que “laikós” en griego es la acepción de pueblo y popular.

¿Cómo se formó esa identidad tan rica que hoy se denomina Europa? ¿Cómo se formó la identidad de España? ¿Cuál ha sido el tiempo de Al Andaluz y que provocó? ¿Se han ido los moros .... o volvieron con el dictador Franco para reconquistarla del proyecto republicano español en 1933 – 1936? ¿Por qué insistir con España, y no considerar por ejemplo Francia, o Alemania?

España es la geografía en la que desde el año 650 en adelante, se ubicó una impronta inmutable con siete siglos de civilización andaluza, dejando hondos recuerdos en el Islam e innumerables huellas en los inicios del Renacimiento europeo.

Andalucía –país de vándalos según los romanos, siendo que Julio Cesar denominaba a la zona como “Vandalucía- nos interesa aún por sus lecciones de tolerancia y de apertura porque las religiones de las Escrituras convivían allí armoniosamente (recordar el hermoso ejemplo del templo de Santa María Blanca de Toledo, que servía de mezquita los viernes, de sinagoga judía los jueves y de iglesia católica los domingos, así como ha sido publicada en la anterior entrega de Al - Islam I en este blogspot).

La influencia del Islam morigeró las costumbres y el derecho romano se morigeró con el pretor peregrinus que impuso el ius gentium pero fundamentalmente, mostró fundamentalmente a los mismos bárbaros, que existía otro “derecho” además de las “ordalías" y “juicios de Dios”. Como resultado inmediato, los viejos cultos pre - judeocristianos fueron rapidamente borrados de la memoria colectiva (mitraísmo, orfismo, mazdeísmo, etc), erigiéndose Córdoba (España) como centro de vida intelectual de tal porte que estudiaba en ella el futuro papa Silvestre II, a la par que un pensador judío arabizante como Maimónides contribuía a conciliar la teología hebrea con la filosofía, inspirado en Ibn Rochd, glosador de toda la obra de Aristóteles y de La República de Platón. Existió una refundación y re – signación de la ciencia en la que se prohibía cualquier referencia a los criterios confesionales y étnicos; era común la transmisión de los métodos numéricos a los «ingenieros del Renacimiento» aprendidos en Andalucía y Sevilla.

Raimundo Lulio, monje mallorquín precursor del orientalismo y de la islamología modernos, conoció la sabiduría de las universidades musulmanas y hasta propuso una reforma de la liturgia cristiana inspirada en sus conocimientos islámicos.

La caída del emirato de Granada en 1492 puso fin a esa civilización andaluza, pero los moriscos siguieron siendo sus transmisores hasta su expulsión definitiva a principios del siglo XVII. En efecto, la caída de Granada no impidió el “descubrimiento” de América por Cristóbal Colón mediante la utilización del astrolabio (creación árabe y precursor del sextante en la navegación moderna) y los estudios de astronomía de los sabios del Islam.

Los musulmanes proscritos por España fueron acogidos en Francia por Enrique IV que permitió el establecimiento de decenas de miles de ellos, obligados escoger entre el «bautismo o el barco». A ellos -musulmanes- se debe la introducción en Francia del gusano de seda y de la cerámica.

Aún a comienzos del siglo XX, sus huellas eran perceptibles aún en La Vendée y en Normandía; el rey francés repetía así la singular postura francesa hacia el Islam que había permitido a Francisco I establecer una alianza duradera con Solimán el Magnífico, quien en 1542-43 envió a 30.000 de sus marinos a Tolón durante casi un año como fuerza disuasiva ante una coalición de reyes europeos que rodeaba a Francia. Fue en este país donde en 1773, Luis XVI firmó con el soberano alauita Sidi Mohamed Ben Abadía un tratado que contemplaba la construcción de mezquitas en Francia.

Ese asentamiento de musulmanes en pequeños grupos o de forma individual se reanudó con las corrientes migratorias ocurridas a fines del siglo XIX y durante todo el siglo XX, haciéndose el Islam nuevamente europeo después del asentamiento de trabajadores inmigrantes, soldados musulmanes que habían participado en las guerras mundiales, hombres reclutados por los ejércitos europeos durante las guerras coloniales, moluquenses en Holanda, franceses musulmanes, marroquíes en el ejército español, eritreos en Italia... entre tantos otros. A todos ellos, añado a los europeos que optaron por convertirse en musulmanes en forma harto discreta, pero que se ha hecho visible durante los últimos años.

Al - Islam hoy en Europa

En la actualidad, hay en Europa cerca de 15 millones de musulmanes, que en su mayor parte son ciudadanos de los Estados de la Unión Europea. El reconocimiento del culto musulmán y la aplicación del derecho común a esta religión constituyen una de las principales reivindicaciones de esos musulmanes europeos, ya sean practicantes habituales o temporales, creyentes no practicantes o incluso agnósticos.

En ese sentido, los Estados de la Unión Europea han prestado atención a esta presencia y toman en cuenta cada vez más las aspiraciones de los ciudadanos que profesan el islamismo reclamándoles la designación de instancias representativas para que sean interlocutoras de los poderes públicos. Ese camino es de importancia singular para la coexistencia, para des-armar el conflicto, y fundamentalmente la dosis de irracionalidad aún existente por el peso de los conflictos pasados. Significa dar un enfoque relativo a interrogantes de tipo metafísico acerca de una religión cuya esencia es presentada a menudo como diferente a la de los otros monoteísmos, y cuyos adeptos, por consiguiente, serían difíciles o inclusive imposibles de integrar.

La creación de instancias representativas a solicitud de los Estados significa que la estrategia de la sospecha ha substituido al análisis de las modalidades prácticas de inserción del Islam en el espacio europeo. Sin embargo, los líderes de las comunidades islámicas señalan que aún no se han estudiado debidamente las características de la inserción. Hay que multiplicar en todo sentido los espacios de reflexión, de debate y de diálogo (p.e. el Consejo Francés del Culto Musulmán (CFCM), cuyo funcionamiento exige un mínimo de consenso musulmán, lo cual no significa unanimidad. Se desea una dimensión europea mediante presencia y actuación en el seno de la Conferencia Islámica Europea.)

¿Cómo dialogar con el Islam?

No se avanza cuando sólo la voz papal es escuchada, o cuando sólo la voz laica es escuchada. En punto al patrimonio religioso de Europa y a las relaciones con las Iglesias, el Islam es olvidado de manera superficial e insólita. Los musulmanes, a pesar de los avances logrados en estos últimos años, experimentan una vez más la impresión de ser difícilmente tolerados.¿Significa acaso que estos «olvidos» de Europa sean debidos a una concepción de un club cristiano, al que se acepta generosamente llamar judeocristiano cuando se trata de dar pruebas de apertura?

Si esto es así, se está ignorando la teoría de «la unidad trascendental de las religiones» desarrollada con erudición y persuasión por musulmanes europeos como Abdelwahid-René Guénon y Mustafa-Michel Valsan, que no hacían más que comentar los versículos coránicos sobre el Din al Qayim-la Religión Primordial.

En ese camino, el recuerdo de Andalucía, donde las afinidades prevalecían sobre los conflictos, podría modelar el futuro del Islam en Europa. En tal sentido, además de los efectos específicos que conlleva la secularización en Europa, las religiones allí están también comprimidas, debido a los efectos contradictorios de la globalización, en dos polos opuestos: un polo reactivo de identidad que busca protegerse y, de manera más trágica, defenderse por medio de la violencia del poder aniquilador y lesivo de esa globalización, y otro polo, abierto y confiado, que busca beneficiarse de las oportunidades de dicha globalización y, al mismo tiempo, dotarla de una «conciencia» que esta no posee, sumida en su inexorable ceguera.

El Islam parece más sensible que otras religiones a la tentación del polo reactivo, lo cual podría explicar los largos siglos de debilidad o de gran diversidad transcurridos en sus espacios de desarrollo. No obstante, hay otras religiones, como la ortodoxa en Europa oriental o determinados movimientos postprotestantes en África, que tienden en gran medida a rechazar lo externo o la diferencia, lo cual, en poco tiempo, podría causar profundos y nefastos problemas. Últimamente, se inscribe en esta tendencia también la iglesia regida por Joseph Ratzinger (Benedicto XVI) quien ha profundizado el vuelco en contra del Concilio Ecuménico II realizado por su antecesor Karol Wojtila (Juan Pablo II).

Es en este contexto que Europa, como proceso y como espacio, representa una oportunidad para las religiones del mundo, tanto de lo geográfico como en lo interno, bien podemos decir que Europa posee ya un tesoro.

Sabe cómo vivir en paz y conoce el método que ha terminado por aplicar a las ruinas de su propia historia, responsable de los peores totalitarismos y de dos guerras mundiales. De su trágica experiencia, Europa ha aprendido lecciones para su preservación: ha construido un orden meta jurídico universal en sus principios, encarnado por la Convención Europea de Salvaguarda de los Derechos Humanos de 1950, una organización económica integrada a través de las diversas etapas de la construcción de la Unión Europea desde 1951, una organización política naciente y de la cual los europeos esperan una verdadera proyección hacia el exterior.

Es, sobre todo, un futuro, tenaz en su objetivo de realizarse sin hacerlo contra un nuevo enemigo.

La contribución de Europa a las religiones y al Islam

El proceso de la integración europea es largo y a veces sobrecargado, con frecuencia criticado, pero tiene una gramática que todos han terminado por aprender: para salir de las divisiones mortíferas, para alejarse de las peligrosas sirenas del repliegue y del mal reflejo de la ilusión identitaria, la Europa integrada propone una base sobre la cual se reúnen los diferentes países europeos, al tiempo que conservan su propio modelo de funcionamiento.

La base es simple de definir y se refiere igualmente a la forma en que Europa toma en cuenta las religiones.

Se trata de la autonomía del poder político frente a las situaciones pasadas de monopolio o por el contrario de divisiones religiosas en el interior de cada Estado.

Es lo que el sociólogo Jean-Paul Willaime llama la «laicidad cultural de Europa», una forma de organización de la sociedad en la que el gobierno ha renunciado a hallar su fundamento y su garantía en una trascendencia religiosa y que se limita a un contrato entre sus miembros vivos, el de la afirmación de los derechos fundamentales compartibles entre todos, con una constitución escrita.

Es este espíritu contractual, religiosamente neutro y que acoge la diversidad, el que anima a la Europa integrada y a sus países miembros; cumple así un anhelo masónico de convivencia y fraternidad, al separar la religión del Estado.

Europa es un espacio de organización dialogística, siempre en movimiento, bajo el efecto de la autocrítica y del deseo de actuar mejor. Esto impide -al establecerse reglas comunes organizadas en consenso- que las diferencias sean reivindicadas como separaciones irreductibles.

Al gestionar la diversidad, tampoco puede favorecer a una religión debido a su mayor representatividad.

Así, el catolicismo no puede pretender representar toda la cultura religiosa ni toda la cultura en general. Sin embargo, el Islam, en este marco europeo, no tiene hoy una posibilidad inmediata de reivindicar un lugar histórico.

Surge así la exigencia de una relectura histórica del lugar del Islam en la historia de Europa. Esto supondrá recordar que el Islam tiene una historia occidental y que la civilización islámica ha hecho fructificar y ha transmitido el patrimonio científico y filosófico del mundo mediterráneo.

Esta relectura, saludable para disminuir y hacer desaparecer en el futuro el rechazo que provoca el Islam entre muchos europeos, no debe servir de base a la muy problemática reivindicación de una identidad europea forjada también a partir de raíces musulmanas (fundamentalmente en las etnias musulmanas de la ex - Yugoslavia)

Cuando la Iglesia Católica destaca el patrimonio cristiano de Europa y reivindica haber construido Europa en su identidad cultural original, suscita el despertar de otras memorias religiosas: ortodoxas, protestantes o judías, que pueden haber padecido no sólo el extrañamiento de su cultura sino además el genocidio cultural por parte del catolicismo (recuérdese que con respecto a la nueva constitución europeo, el Vaticano señaló la "ausencia de todo espíritu" en sus normas).

Hace igualmente reaccionar a la comunidad intelectual (v.g. Husserl quien concibe a Europa como el espacio realizado del espíritu crítico no religioso).

En el otro extremo de la cuestión, reivindicar sólo raíces musulmanas para Europa suscitaría una indignación mucho más grave. Recurrir a la historia para justificar una posición a mantener o a adquirir engendra querellas estériles, debates escurridizos en los que las memorias antagónicas se movilizan, mientras que el propio sistema de la integración europea permite evitarlos, pues Europa en su sistema jurídico actual y futuro, en el marco de la Constitución, supera la cuestión de la antigüedad, de la mayoría y de la minoría. A todos propone participación y contribución.

Con Europa, el Islam tiene la oportunidad de poder organizarse a partir de un modelo que no existe en otra parte, el del agrupamiento de sus diversidades planetarias, de su Oriente y su Occidente, de su Sur africano y su Norte turcófono.

Nunca en la historia musulmana se ha dado la oportunidad de un encuentro así, transversal y transnacional, en un marco completamente pacífico. Y este encuentro, si es claramente asumido como tal, si se organiza en instancias federativas y representativas a escala continental, permitirá la continuidad de la diversidad del Islam y al mismo tiempo la europeización de esta diversidad, es decir, superarse en el sentimiento de una verdadera comunión.

La dirigencia musulmana francesa es bien clara al respecto cuando señala que la urgencia del Islam actualmente es reencontrarse y aceptarse como plural, para hacer frente a la complejidad de la teledirección extranjera, en la que los países de origen pretenden utilizar el sentimiento de pertenencia en su beneficio; a una lectura inmovilista que pretende unificar artificialmente esta religión en una centralidad imaginaria en beneficio de un país contradictorio en sus complacencias y, peor aún, para hacer frente a los moldes mortales de terroristas globalizados que paralizan los medios de difusión y hacen culpables a todos los musulmanes.

El islam europeo puede gestionar su diversidad europea en lo interno según un proceso de organización democrática liberatoria. Lo que el Islam europeo ganará con el proceso de integración en curso es su propia posibilidad de existir como religión autónoma en un vasto conjunto democrático.

En el proceso dialogístico europeo, consensual y siempre en mejoramiento, la oportunidad del Islam es doble: en primer lugar su tradición de esfuerzo interpretativo se verá valorizada y estimulada y luego su inserción en la globalización se transformará en participación positiva en la que cada parte es llevada a contribuir a la perennidad de un sistema pacífico.


La oportunidad del Islam en Europa.

La necesidad del trabajo masónico.

La tradición musulmana tiene una larga experiencia en cuanto a los valores de misericordia, altruismo, hospitalidad y fraternidad que se expandirán en este equilibrio político, por una tendencia a preservar una vida colectiva armónica, en la que las reivindicaciones grupales e intereses particulares queden superados.

Cuando el Islam acepta, como otras religiones, vivir en un sistema jurídico del que no es fuente de inspiración directa y en el cual numerosas leyes y sistemas filosóficos son contrarios a su ley trascendente, le queda lo mejor del espíritu religioso, es decir, la interpelación crítica y la participación sincera. Así lo señalan los miembros del Consejo Musulmán de Francia.

Si aceptamos que sus adeptos se conviertan o permanezcan como musulmanes, no por temor ni por obligación, sino por convicción profunda -lo que lo obliga a admitir la distancia o el desprendimiento de algunos de ellos- entonces el Islam será una fuerza viva de la cohesión europea.

Pero se necesita una instancia superior que supervise esta oportunidad: esa instancia es indudablemente la masonería regular francesa, que permita el dialogo entre las culturas y las religiones a partir de la ideación masónica del Gran Arquitecto del Universo.

Asumido así este trabajo será un ejemplo y una fuerza de atracción para los países limítrofes o los más lejanos cuya población es musulmana.

Se podrá entonces hacer callar a los profetas de la desgracia que quieren ver triunfar la incomprensión. Europa, hoy reconstruida sobre las ruinas de una guerra abominable hace 50 años, ampliada sobre las ruinas del comunismo, es la prueba palmaria que la política internacional no es la gestión del caos golpe por golpe, sino una voluntad política.

Si el triunfo de la labor masónica de los gobernantes y gobernados, queda patentizado en la negación del choque de civilizaciones y la prisión ideológica que implica, las esperanzas podrán ampliarse hacia América.

Trabajemos desde ahora en esa inteligencia, a fin que Shalom, Salaam, Peace, Paz, sea una palabra y un concepto unívoco para todos los hombres de buena voluntad.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Carlitos. IMPRESIONANTEEEE!!!!!!!!!!!!. Hay un monton para leer. Felicitaciones y gracias por tú trabajo. Un abrazo grande.
Manuel.

Anónimo dijo...

Q.: H.:
Enterado de tu blog no dudé en visitarlo y me encontré con una maravilla de página, llena de información y didáctica como pocas.
Te felicito y ojalá sigas difundiendo todos estos temas que tanto hacen a nosotros, pero que también divulgan al mundo profano.
Juan Bautista Tupac Amaru.
Logia Demócrito Nro. 160.
V.: de Bs. As.

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