Masonería argentina e internacional. Estudios y propuestas masónicas.

jueves, 20 de marzo de 2008

LA MASONERIA Y EL COLEGIO NACIONAL DE BUENOS AIRES



LA MASONERIA Y EL COLEGIO NACIONAL DE BUENOS AIRES.

La Masonería en el Río de la Plata durante el siglo XVIII

La Masonería especulativa actual adquirió carácter orgánico a partir del año 1717, con la fundación de la Gran Logia de Inglaterra y su difusión a partir de esa fecha por el viejo y nuevo mundo.

A juzgar por documentos encontrados en la ciudad de Buenos Aires y por otros existentes en el archivo de la Gran Logia de Inglaterra, el 17 de abril de 1735, siendo su Gran Maestre Tomás, segundo vizconde de Weymouth, designa al caballero Randolph Took como Gran Maestre Provincial para América del Sud.

La Gran Logia de Inglaterra empezó a tener matricula de sus miembros recién a partir de 1750; carecemos de mayores datos sobre el antes mencionado Took y los masones que pudo haber iniciado en aquella época. Su nombre figura en 1730 como miembro de la Logia Emulación Nº 21 de la ciudad de Londres, cuya fundación data en 1723.

En una nomina de Grandes Maestros Provinciales, que aparentemente se remonta al ano 1737, Took sigue figurando con el referido titulo así como las Logias fundadas por el que continuaban en actividad.

En la ciudad de Buenos Aires encontramos a Took entre 1735 y 1737, ocupándose aparentemente de negocios, ya que realiza varios viajes entre la ciudad de Buenos Aires y la región del Caribe y Brasil.

Se ha podido comprobar como cierta la existencia en Buenos Aires de una Logia denominada Independencia, fundada a fines del siglo XVIII y que obtuvo Carta Constitutiva de la Grande Loge Generale Ecossaise de France, cuerpo este que fue absorbido el 8 de enero de 1805 por el Gran Oriente de Francia.

A fines del siglo XVIII, el portugués Juan de Silva Cordero, funda la Logia San Juan de Jerusalén de la Felicidad de esta parte de América, con Carta Constitutiva de la Gran Logia de Maryland. Los títulos distintivos de ambas Logias indican bien a las claras cuales eran las finalidades perseguidas por sus organizadores: la independencia y la felicidad de esta parte de América.
Durante las Invasiones Inglesas, en el seno de los regimientos que llegaron a Buenos Aires había Logias que funcionaban con Carta Constitutiva de la Gran Logia de Irlanda. Los miembros de esas Logias constituyeron en Buenos Aires las Logias Hijos de Hiram y Estrella del Sur, ambas también con Carta Constitutiva de la Gran Logia de Irlanda, y en cuyo seno fueron iniciados muchos criollos.

Al producirse la Revolución de Mayo existía en Buenos Aires una logia presidida por el doctor Julián B. Álvarez. Se desconoce con exactitud el nombre de la referida logia, ya que unas veces aparece con el de San Juan y otras con el de Independencia y como todas las Logias Masónicas se denominan Logias de San Juan, cabria la hipótesis de que el de Independencia fuera el verdadero titulo distintivo de la Logia y esta fuera la misma fundada a fines del siglo XVIII.
La Logia de San Juan o Indepenencia fue presidida por el doctor Álvarez; tiene una importancia fundamental por cuanto de entre sus miembros fueron seleccionados aquellos que secundarían a Alvear, San Martín, Zapiola y demás masones viajeros que llegaron en la fragata Jorge Canning, para la fundación de la Logia Lautaro de Buenos Aires.
La Logia Lautaro, fue fundada en 1812 y sus integrantes formaron posteriormente las lautarinas o lautarias de las ciudades de San Fe, Córdoba y Mendoza en la Argentina, y la de Santiago de Chile.

Además de las Logias lautarinas, durante las guerras de la independencia hubo sendas Logias en el Ejercito de los Andes y en el Ejercito del Norte, la primera presidida por el Libertador y la segunda por Belgrano.
El general Belgrano funda además la Logia Argentina de la ciudad de Tucumán, denominada posteriormente Unidad Argentina y que trabajo con Carta Constitutiva otorgada par la Masonería de Nueva Granada. Véase respecto de las actividades masónicas del general Belgrano el estudio realizado por Arturo Gambolini, organizador del Archivo Histórico de la provincia de Salta.

Se pone particular énfasis en esto ultimo por haber sido la Masonería reiteradamente condenada par las autoridades del Vaticano desde el 28/4/ 1738, en que apareció la "constitución" In Eminenti Apostolatus Specula, de Clemente XII. Sobre esa encíclica se baso Felipe V en 1740 para legislar en contra de los masones, ejemplo que se imitó con el Real Decreto del 2 de julio de 1751 y otras sucesivas medidas de las autoridades españolas hasta la actualidad, en que el gobierno franquista condena el "delito de Masonería" con una pena mínima de doce años y un día de prisión.

Por su parte, el Vaticano ha seguido condenando a la Masonería a trabes de las "constituciones" de Benedicto XIV, del 18 de mayo de 1751, titulada Próvidas Romanorum; de Pío VII, del 13 de setiembre de 1821, titulada Ecclesiam a Jesu-Christo; de León XII, del 13 de marzo de 1825, Quo Graviora; las encíclicas de Pío VIII, del 21 de mayo de 1829, Traditi Humilitati Nostrae; de Gregorio XVI, del 15 de agosto de 1832, Mirari Vos, que esta dirigida contra los errores del mundo moderno; de Pío IX, autor de varias, las más importantes de las cuales son Qui Pluribus, del 9 de noviembre de 1846, Syllabus, del 8 de diciembre de 1864, Multiplices Inter, del 21 de septiembre de 1865, Ex Epístola, del 26 de octubre de 1865, Apostolicae Sedis, del 12 de octubre de 1869, y Etsi Multa, del 21 de noviembre de 1873; y final mente, León XIII, con su Humanum Genus, del 20 de abril de 1884, seguida de una Instrucción Publica del Santo Oficio "De Secta Massonum", del 7 de mayo de 1884, "Proeclara Gratulationis", del 20 de junio de 1894, Annum Igressi, del 18 de marzo de 1902, sin contar la declaración hecha oficialmente el 19 de marzo de 1950, a través de las columnas del Osservatore Romano, órgano periodístico oficioso del Estado Vaticano, en el sentido de que las condenaciones de la Masonería se mantienen en toda su integridad.

En 1821 un grupo de constitucionalistas españoles llegan a Buenos Aires, fundando la Logia Aurora, bajo los auspicios de la Masonería española. Con la muerte del general Rafael del Riego y Núñez, varios de sus partidarios llegaron a Buenos Aires, formando otra logia con el titulo distintivo de Libertad, bajo los auspicios del Gran Oriente Español. De esa época datan también la Logia Fénix, fundada bajo los auspicios de la Gran Logia de Maryland, así como la Valeper, fundada por Lafinur.

En 1825 un grupo de súbditos estadounidenses organizan Estrella Sureña (Southern Star) con Carta Constitutiva de la Gran Logia de Pensilvania. En esa Logia se incorporó don Bernardino Rivadavia. La Logia siguió trabajando hasta que en el ano 1829, ya baja la influencia rosista, fueron perseguidos sus integrantes, viéndose obligados muchos de ellas a emigrar a Montevideo, donde formaron la Logia Asilo de la Virtud, con Carta Constitutiva también de la Gran Logia de Pensilvania.

Durante la tiranía surgieron numerosas Logias conocidas con la denominación genérica de Unitarias, por cuanto la mayoría, si no todos sus componentes, se oponían al régimen sanguinario de Rosas. En esas Logias militaron muchos de los más allegados, e incluso cercanos parientes de Rosas. Algunas de esas Logias llegaron hasta nuestros días: v.g., la de San Juan de la Frontera, de la ciudad de San Juan; la Constante Unión, de la ciudad de Corrientes; y la Jorge Washington, de la ciudad de Concepción del Uruguay.

Por su parte, Garibaldi, durante su estada en Entre Ríos, en 1837, funda una Logia en Gualeguaychú.

Después de Caseros los masones siguen agrupándose y surgen varias Logias argentinas y algunas extranjeras. Entre las primeras cabe mencionar la Logia Fraternidad de San Nicolás de los Arroyos, fundada por José A. Melián, y las Logias Concordia, fundada en 1852, Constancia, en l 855, Unión del Plata, en 1855, y Confraternidad Argentina, en 1856, estas ultimas de la ciudad de Buenos Aires. Esas Logias trabajaban bajo los auspicios de la Masonería brasileña o del Uruguay.

Entre las Logias extranjeras recordamos la Logia Amie des Naufrages, integrada por franceses y que trabajaba baja los auspicios de la Masonería francesa; y la Logia Excelsior, fundada en 1853 por un grupo de residentes ingleses, bajo los auspicios de la Gran Logia Unida de Inglaterra.

El 1 1 de diciembre de 1857 siete de las Logias existentes en la ciudad de Buenos Aires: Unión del Plata, Confraternidad Argentina, Consuelo del Infortunio, Tolerancia, Regeneración, Lealtad y Constancia, se agrupan y constituyen la actual Gran Logia de la Argentina, eligiendo como primer Gran Maestre al doctor José Roque Pérez, distinguido jurisconsulto, diplomático, hombre publico y eminente filántropo.

Acompañaron al doctor José Roque Pérez en su gestión el doctor Pedro Díaz de Vivar, en calidad de Pro Gran Maestre; el doctor Nicanor Albarellos y el coronel Santiago Rufino Albarracín, como Grandes Vigilantes; el doctor Eustaquio J. Torres, como Gran Orador; el doctor Fernando Cruz Cordero, como Gran Secretario; don Federico Álvarez de Toledo, como Gran Tesorero; y el doctor Alejandro Brown, como Gran Hospitalario.

Según un cuadro del 25 de julio de 1859, había las siguientes Logias: Unión del Plata Nº 1 con 110 miembros y Venerable Maestro el doctor Federico Pinedo; Confraternidad Argentina Nº 2 con 96 miembros y V. Maestro don José Manuel Lafuente; Consuelo del Infortunio Nº 3 con 90 miembros y V. Maestro el doctor Nicanor Albarellos; Tolerancia Nº 4 con 82 miembros y V. Maestro el doctor Bernardo de Irigoyen; Regeneración Nº 5 con 56 miembros y V. Maestro don Mariano Billinghurst; Lealtad Nº 6 con 96 miembros y V. Maestro don Antonio Zinny; Constancia Nº 7 con 24 miembros y V. Maestro don Esteban Senores; Sol de Mayo Nº 8, de la ciudad de Buenos Aires como las anteriores, con 56 miembros y V. Maestro el doctor Carlos Durand; Verdadera Iniciación Nº 9 de la ciudad de Buenos Aires, en formación; Fraternidad y Beneficencia (actualmente llamada Unión y Amistad) Nº 10 de San Nicolás de los Arroyos con 41 miembros y V. Maestro el general Wenceslao Paunero; Filantropía Nº 11 de la ciudad de Rosario se hallaba en receso, Unión Italiana Nº 12 con 45 miembros y V. Maestro el doctor José Salvarezza; Obediencia a la Ley Nº 13 de la ciudad de Buenos Aires, al igual que la anterior, con 25 miembros y V. Maestro el doctor Manuel Pereda; Verdad Nº 14 de la ciudad de Mercedes, provincia de Buenos Aires, con 34 miembros y V. Maestro el doctor Manuel H. Langenheim; y Dios y Libertad Nº 15 de la localidad de Los Ranchos, de la antes mencionada provincia, con 20 miembros y V. Maestro el doctor Benito Méndez González. Es decir, a veinte meses de la fecha de su fundación, la Gran Logia de la Argentina contaba con 15 Logias que agrupaban a casi 900 miembros. Ese impulso inicial lo ha mantenido a través del siglo de su existencia y ha permitido la fundación de mas de 400 Logias en el país, para agrupar en su seno a unos 60.000 miembros.
Nuestros primeros domicilios: calle Bolivar, City Hotel, ex-teatro Colon en el hoy Banco Nación
El primer asiento de la Gran Logia de la Argentina se hallaba en la calle Bolívar, donde en la actualidad esta el edificio del City Hotel. Posteriormente se traslado al primer piso del antiguo Teatro Colon, que se erigía donde actualmente se halla el edificio del Banco de la Nación Argentina, frente a la histórica Plaza de Mayo, y donde permaneció hasta la inauguración de su actual casa, el 3 de marzo de 1872. Los planos del Templo Masónico de la calle Cangallo 1242 fueron diseñados por el ingeniero Carlos E. Pellegrini, pero al decaer su estado de salud prosiguió la dirección de las obras el ingeniero Tamburini, autor del plano inicial del actual edificio del Teatro Colon, ayudado por el ingeniero Luis A. Huergo.

En la Masonería militaron destacadas figuras de la nacionalidad. Porque en todos los países y en todos los tiempos fueron miembros de la Masonería los mas destacados ciudadanos, por ser la única institución verdaderamente neutral en los aspectos políticos y religiosos, donde en un ambiente de respecto pueden actuar libremente, expresar sus ideas y confiar sus anhelos e inquietudes, y encontrar la compresión y apoyo que a veces son imprescindibles para llevar a la practica nobles iniciativas.

MASONES DE LA ARGENTINA

Los Presidentes de la Nación: 14 ciudadanos que ocuparon la Presidencia de la Nación y que fueron masones: Bernardino Rivadavia, Vicente López y Planes, Justo José de Urquiza, Santiago Derqui, Bartolomé Mitre, Domingo Faustino Sarmiento, Miguel Juárez Celman, Carlos Pellegrini, Manuel Quintana, José Figueroa Alcorta, Roque Sáenz Pena, Victorino de la Plaza, Hipólito Irigoyen y Agustín P. Justo.

Vicepresidente masones: Salvador Maria del Carril, Juan Esteban Pedernera, Mariano Acosta, Adolfo Alsina, Francisco B. Madero, Norberto Quirno Costa, y Julio A. Roca (H), aparte de otros ciudadanos que, en virtud de la ley de acefalita, ocuparon transitoria o circunstancialmente la vicepresidencia o ejercieron la primera magistratura, tales como Antonio del Pino, Benito Villanueva y otros.

Escritores: Bartolomé Hidalgo, José Hernández, Hilario Ascasubi, Estanislao del Campo, Miguel Cane, José Mármol, Alejo Peyret, Eduardo Wilde, José Ingenieros, Roberto J. Payró, Alejandro Korn, Leopoldo Lugones;

Periodistas: los hermanos Varela, los hermanos Gutiérrez, Olegario V. Andrade, Miguel Goyena, Servando A. Gallegos, Ovidio Lagos, José S. Álvarez (Fray Mocho), Joaquín V. González;

Científicos: Luis M. Drago, Juan Antonio Fernández, Teodoro Baca, Manuel Augusto Montes de Oca, Eduardo Acevedo, Oscar Doering, José Maria Ramos Mejía, Eliseo Canton, José Maria Moreno, José Miguel Guastavino, Juan Maria Gutiérrez, Ricardo Gutiérrez, Carlos Murray, Florentino Ameghino, Martín Spuch, Eduardo Logia Holmberg; e investigadores del pasado como Lucio V. López, Manuel Trelles, Antonio Zinny, Alejandro Rosa, José M. Pelliza, Adolfo Saldías, fueron masones.

Hombres de armas: almirantes Manuel Blanco Encalada, Luis Cabassa, Bartolomé Cordero, Mariano Cordero, Edelmiro Correa, Antonio Somellera, Daniel de Solier, Enrique G. Howard, Enrique B. García; o los generales Juan A. Gelly y Obes, Wenceslao Paunero, Emilio Mitre, Benjamín Victorica, Félix Benavides, Eduardo Broquen, Emilio Conesa, Donato Álvarez, Nicolás Levalle, Eleodoro Damianovich, Cesáreo Domínguez, Rosendo Maria Fraga, Manuel Fernández Oro, Teodoro García, José M. Francia, Eduardo Racedo, Zacarías Supisiche, Nicolás Vega, Francisco J. Reynolds, Joaquín Viejobueno, Luis J. Dellepiane, sin olvidar figuras de menor graduación pero no por eso menos recordadas y apreciadas, como Luis Piedrabuena, Luis Py, Erasmo Obligado, Clodomiro Urtubey, Santiago J. Albarracin, Felix Dufourcq o Jorge Reyes.
Hombres de teatro: Florencio Sánchez, Roberto Casaubon (conocido como Roberto Casaux), Emilio Onrubia, Forencio Parravicini, Enrique García Velloso, Ezequiel Soria, Enrique Muiño, Enrique de Rosas, Luis Arata;

Artistas: Carlos Enrique Pellegrini, Ignacio Manzoni, Prilidiano Pueyrredón, Mariano Agrelo, Martín Boneo, Ernesto de la Cárcova, Rogelio Yrurtia.

Me he abstenido ex profeso de incluir eclesiásticos. Esa omisión se debe al deseo de evitar que su memoria, tan querida para los masones, sean ellos obispos, deanes o simples miembros del clero regular o secular, se vea librada a la irracionalidad del fanatismo. Pero con relación a los nombres de sacerdotes que en forma publica rompieron sus vínculos con la Iglesia Católica Romana: Julián S. de Agüero, el dr Emilio Castro Boedo, el dr Celestino Logia Pera, o el dr José E. Labbe, es innecesario no mencionarlos, ya que en su momento los casos respectivos tuvieron gran notoriedad. Inclusvie sacerdotes católicos cuya militancia masónica era conocida en vida de ellos, como el caso de monseñor Miguel Vidal, del capellán de las fuerzas armadas José de Sevilla Vázquez y otros.

Fueron estos hombres quienes lograron el apaciguamiento definitivo de los espíritus y el establecimiento de la concordia en la crisis de Caseros y la caída de Rosas; fueron ellos también quienes contribuyeron eficazmente a la sanción de la Constitución nacional de 1853, con recio coraje civil, organizaron, en 1868, la Comisión Masónica de ayuda a las victimas del cólera que azoto a Buenos Aires y otras ciudades, y posteriormente crearon la de ayuda a las victimas de la fiebre amarilla, durante la espantosa epidemia de ese flagelo, que asolo a Buenos Aires en 1871, presidiendo el cuerpo medico el doctor Juan José Montes de Oca.

"Esta ultima comisión, que se transformaría en la famosa Comisión Popular de lucha contra la fiebre amarilla, fue presidida, con abnegación y celo infatigable, par el doctor José Roque Pérez, el primer Gran Maestre de esta Gran Logia, quien, junto con muchos otros hermanos, como los Drs. Argerich, Pereyra Lucena, Keil, Guillermo Zapiola, Martinez de Hoz, perdieron la vida en el noble desempeño de su humanitario deber, voluntariamente asumido.

Fueron miembros de esta Gran Logia quienes acudieron en ayuda de las victimas del terremoto de Mendoza o los que pusieron en pie, en 1874 así como en 1880, cuando hizo crisis en un movimiento armado el conflicto cuyo epilogo seria la fijación de Buenos Aires como Capital Federal de la Republica, un Cuerpo Masónico de Ayuda a los Heridos, germen fecundo, entre nosotros, de esa benemérita institución, de origen masónico, la Cruz Roja Argentina. Fueron también ellos quienes promovieron la discusión y aprobación de la Ley de Registro Civil y de Matrimonio Civil; quienes hicieron posible la sanción de nuestra sabia Ley 1420 de Educación Común, estableciendo la enseñanza primaria obligatoria, gratuita y laica, eficaz instrumento civilizador, e imprescindible prolegómeno de la Ley Avellaneda sobre enseñanza universitaria, que tanto ha contribuido a nuestro progreso cultural y social.

Fueron ellos quienes en diversas oportunidades propiciaron la inclusión del divorcio absoluto en nuestra legislación, fueron ellos quienes propugnaron siempre la equiparación de derechos entre la mujer y el hombre; quienes han bregado por la difusión de la cremación de los cadáveres.

A la iniciativa de nuestros hermanos, se deben: las primeras bibliotecas populares que funcionaron, la primera Comisión Municipal de esta ciudad, germen de su actual gobierno comunal, la primera escuela de artes y oficios que se organizara en el país, la Sociedad Tipográfica Bonaerense, la Sociedad Farmacéutica y Bioquímica Argentina, el Colegio de Escribanos, la Sociedad Geográfica Argentina, la Sociedad Amigos de la Astronomía, la Sociedad Rural Argentina, la Sociedad Científica Argentina, la Academia de Medicina, el Circulo Medico Argentino, el Instituto Geográfico Argentino, el Centro Naval, el Circulo Militar, la Fraternidad, que agrupa y sigue agrupando a los maquinistas ferroviarios, la Fraternidad de Concepción del Uruguay, benemérita institución que ha tenido gran influencia en la formación de ciudadanos progresistas en el litoral de la Republica, la Unión Industrial Argentina, el Circulo de la Prensa, el Ateneo Iberoamericano de Buenos Aires, el Asilo de Mendigos, el Asilo de Sordomudos, el Hospital Durand, el Hospital de Niños y todos los hospitales de colectividades extranjeras que hoy brindan sus servicios no sólo a esas colectividades, sino también a gran parte de la población, y hasta la Sociedad Protectora de Animales.

"Nuestra posición, en lo que respecta a los grandes problemas nacionales e internacionales, puede resumirse en la defensa de tres objetivos capitales, la democracia, la libertad y el laicismo.
Como lo expresara en forma sintética Albert Camus, el gran escritor francés, 'la libertad es la posibilidad de ser mejor. La esclavitud es la certeza de lo peor...’. Y a hablar de libertad no solo nos referimos a la libertad material, sino también a esa otra, más sutil y más difícil de alcanzar, la libertad espiritual.

Para consolidar la libertad y darle su cabal valor, estimamos necesario bregar por que en el mundo alcancen una real vigencia los derechos humanos, proclamados en el siglo XVIII y definidos y aprobados por la Asamblea de las Naciones Unidas, en Paris, el 10 de diciembre de 1948.

"Defendemos el laicismo, la neutralidad religiosa del Estado, con todas sus consecuencias: separación de las Iglesias y el Estado, enseñanza publica laica, control gubernamental democrático de la enseñanza privada, matrimonio civil, secularización de los cementerios, etc., porque el laicismo es inseparable de la libertad de conciencia y de cultos. Solo él puede garantizarla.

"Creemos que el hombre es perfectible física, mental y moralmente, y a su perfeccionamiento dedicamos lo mejor de nuestras energías; sabemos que de ese perfeccionamiento depende el progreso social, que no solo concebimos en su faz material, sino muy especialmente en su faz ética.

"Encierran una gran verdad estas palabras de Logan Pearsall Smith: 'La conducta moral de algunas personas esta dictada por el temor a Dios, la de otras por el temor al agente de policía y la de otras por el temor de sí mismas’. Aspiramos a que estos pocos últimos se conviertan en la mayoría de la especie humana. Es posible que alguien pueda considerarnos como retardatarios que todavía no han logrado librarse de la euforia cientificista de fines del siglo pasado. Nosotros creemos, por el contrario, que los constantes hallazgos de la ciencia deben afirmarnos en nuestro optimismo.

EL PERIODO COLONIAL (1772-1810)
La educación en el Plata
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Desde los primeros tiempos de la conquista y colonización americana, Perú y México fueron los centros principales de la atención hispánica.

La región del Plata, en cambio, acaso por su carencia de riquezas minerales, ocupó un lugar secundario en el ordenamiento de Indias, y también lo fue en el plano cultural.

Durante un extenso período, el Plata careció de vida intelectual propia, y sus pobladores se orientaron hacia otros centros educativos cuando pretendieron instruirse.

En 1538, cuarenta y seis años después del descubrimiento, fue fundada en Santo Domingo la primera universidad del continente, a la que siguieron, durante ese mismo siglo XVI, las de México, Lima y Bogotá; y desde 1613 hasta 1791, Córdoba, Charcas, San Carlos de Guatemala, Caracas, Santiago de Chile, La Habana y Quito.

Al promediar el siglo XVIII, Buenos Aires carecía de universidad y de institutos públicos que impartieran enseñanza media o superior; los más próximos quedaban en Córdoba y Charcas.

Sólo ciertos conventos mantenían cursos de teología o filosofía, sobre todo la orden de los jesuítas, que desde 1617 dictaba, privadamente, una docencia elemental.

Alrededor de 1654, el Cabildo solicitó a esa misma orden que asumiera plenamente la educación de la juventud, a cuyo efecto le cedió un solar en la Plaza Mayor para que edificase su convento y sus aulas. El 25 de mayo de 1661 los jesuítas se trasladaron a un nuevo local ubicado en el mismo sitio que hoy ocupa el Colegio Nacional de Buenos Aires entre las actuales calles Bolívar, Moreno, Perú y Alsina; donde, gracias al legado del padre Juan de Alquizalete y a la generosidad de otros vecinos, habían construido, hacia 1767, el edificio en que proyectaban instalar un colegio convictorio, es decir, con internado: el Colegio Grande de San Ignacio.

Pero el 2 de julio de ese año, el monarca Carlos III dispuso la expulsión de la orden. En 1769 creó la Junta de Temporalidades, a efectos de administrar y dar de stino a los cuantioso s bienes de los expulsos. La urgencia de contar con una casa de estudios superiores era entonces tan grande, que en algun momento se pensó en trasladar la Universidad de Córdoba a Buenos Aires. El Cabildo así lo propuso, pero ante la protesta levantada en Córdoba, la mediada no se concretó.

Fundación del Real Colegio de San Carlos.

En ese tiempo, Juan José Vertiz fue designado gobernador. Hombre ilustre y progresista, de inmediato se abocó a la tarea de organizar un establecimiento educativo.

Contaba con las rentas y los bienes -inclusive una chacra y una estancia-, confiscado a los jesuías, que la Junta de Temporalidades, integrada por el mismo Vértiz, administraba con destino a beneficiencia . Por lo tanto, el gobernador se dirigió, con fecha 16 de noviembre de 1771, en base a un informe de la Junta , a los Cabildos Eclesíastico y Secular, para "que coadyuven con sus dictámenes" sobre materia pedagógica.

El Cabildo Eclesiástico se expidió de inmediato (5 de diciembre), mediante un informe medular, atribuídos según todos los indicios, a Juan Baltazar Maziel. Este informe proponía la creación de un convictorio y universidad en el Colegio Grande, tomando por modelo en Colegio de Monserrat fundado en Córdoba en 1687

La Junta de Temporalidades resolvió pronto, acorde con los dos dictámenes, la creación de los cursos del Real Colegio de San Carlos, -llamado así en homenaje al monarca, Carlos III-, que Vértiz inaguró el 10 de febrero de 1772, en condiciones un tanto precarias, porque las cátedras no estaban aún provistas. El 28 de febrero se cubrieron las de latín y primeras letras, en las personas de Villota y García. Meses después las de filosofía, a cargo del presbítero Juan Montero. A comienzos del año siguiente, 1773, la Junta designó carcelario y regente de los reales estudios a Juan Baltazar Maziel, que redactó el reglamento de estudios y dirigió con acierto los destinos del Colegio durante catorce años.

El Convictorio Carolino.

Vertiz, elevado a la jerarquía de Virrey, estableció, el 3 de noviembre de 1783, el Real Convictorio Carolino; su primer rector fue Vicente de Jaunzaras, cuya autoridad, referida al Convictorio, coexistió con la de Maziel, que atendía los reales estud ios. A este ultimo; desterrado en Montevideo por el virrey Loreto ( 1787 ) , sucedió Montero; y a Jaunzaras, tras el interinato de José Antonio Acosta ( 1786-91 ) , Luis José Chorroarin, ahijado de Vertiz y brillante egresado de l propio Colegio, quien desde 1804, por renuncia de Montero, unifico ambos cargos. El Convictorio existió hasta 1806. cuando con motivo de la invasión inglesa las aulas del internado fueron transformadas en cuartel, y sólo subsistieron· lánguidamente, los reales estudios.

La figura de Saavedra.

En LA CAMPANITA nº 13 de enero/abril 2001 (pág. 13) el condiscípulo Marcelo Di Scala (1983) señala que existe una vinculación que permanece hasta la fecha entre el Colegio y el Regimiento I de Infantería de Patricios; y que dicha conexión está dada por Don Cornelio de Saavedra exalumno del Real Colegio de San Carlos, primera promoción de 1778. Circa 1807, dicho Regimiento tenía su cuartel en el antiguo edificio del Colegio, lo que le lleva a decir que precisamente fue el Reg. 1º de Patricios, la primer persona jurídica que egresó del Colegio. Desconoce que Saavedra era masón, al igual que Manuel Dorrego, Marco Avellaneda y Antonio Aberastain, y el Gral San Martín, próceres que menciona en su artículo, comparándolos con Saavedra por la injusticia en que ha incurrido la historia argentina con dichos patriotas.
Algo similar cabe también señalar con respecto al Dr. García Hamilton y su referencia a la teoría del nacimiento de San Martín de una india, de donde su sangre mestiza lo habría convertido en Libertador (vid. La Campanita nº 14) sin mencionar la masonería del Gran Capitán y la de su supuesto medio hermano Carlos María de Alvear.

Régimen interno del Colegio.


Durante este periodo inicial, el Colegio conoció momentos de auge y decadencia. Se inauguro con unos setenta alumnos, que vistieron la "veca" especie de banda o faja que llevaban suspendida de los hombros-, en el solemne acto preliminar presidido por Vertiz. Las Constituciones, dadas por Vertiz en 1783, explican con detalle las funciones de las autoridades, los deberes estudiantiles y el régimen de vida. El reglamento preveía severos castigos, incluyendo el cepo, grillos y azotes. Los estudios más importantes eran de teología, filosofia y gramática, realizandose semanalmente torneos dialécticos. Los profesores, por lo común, fueron designados en concursos de oposición.

El Colegio Eclesiástico.

Rosas cayó en 1852. A partir de entonces, pueden advertirse intentos aislados, en provincias, por establecer colegios que atendieran la urgencia educacional del pais. En Corrientes, el Colegio Argentino (1853), en Tucumán el de San Miguel (1854) que Jacques regenteó; en Salta el de San José (1856); en San Juan el Preparatorio, etc. A su turno, el gobernador porteño Paseor Obligado, había restablecido la vieja institución, ahora llamada Colegio Eclesiástico - Seminario y Colegio de estudios generales al mismo tiempo, 1854 -, bajo la dirección del canónigo Eusebio Aguero.

Este había tenido actuación importante en distintos momentos de la historia nacional, como profesor, politico y asesor de gobernantes; fue secretario del general Paz, prisionero de Ibarra y prófugo de Rosas. Luego de Caseros, retornó del Uruguay, fue electo senador, y administró el Colegio con el rigor y la pulcritud de un asceta.
Federico Tobal (417) y Miguel Cané (148 – Regeneración nº 5, su padre en Lealtad nº 6) , que lo conocieron bien, han dibujado certeramente la figura del canónigo, a veces mediante simples anécdotas revela- doras: en una ocasión, por ejemplo, los alumnos colocaron un estan- darte en las ventanas exteriores con un lema que reclamaba:

En ese colegio studiaron, además de Tobal: Juan José Romero, Octavio Bunge, el famoso médico Juan A. Argerich (109- Tolerancia nº 4), y el hijo a doptivo de Sarmiento , Dominguito.

Fundación del Colegio Nacional por decreto de 1863.


Se inicia en la Argentina, con la presidencia de Mitre, una era de resurrección científica. Es la era en que, paralelamente a la organización nacional, se organiza también la ciencia. Es la era en que los hombres de gobierno son hombres de cultura: historiadores, escritores, poetas. Mitre, Sarmiento, Avellaneda, Gutiérrez, no sólo dirigen los destinos políticos de la nación, sino también estructuran y conforman su vida cultural. Es una etapa constructiva, la "segunda Argentina", y que se cierra con la crisis político-económica del 90. Es un nuevo período extravertido, en que la Argentina vuelve sus miradas hacia el exterior y organiza su ciencia bajo direcciones europeas y norteamericanas. Es el período en que la gran figura de Sarmiento es símbolo y es realidad.
Al asumir Mitre la presidencia de la Nación unificada, en 1862, sólo dos colegios dependian del poder central: el Montserrat, nacionalizado junto con la Universidad de Córdoba en 1854, y el de Concepción del Uruguay, de data reciente (1849).

No existía un plan pedagógico concreto, ni unidad de criterio y esfuerzos. Corregir esa deficiencia en forma orgánica fue objetivo de Mitre, que aspiraba a ordenar la educación, con sentido total, nacional. Sirviendo este propósito, dictado el 14 de marzo de 1863, el decreto N§ 5447, de fundamental importancia, refrendado por el Ministro Eduardo Costa, decía:
Que uno de los deberes del Gobierno Nacional es fomentar la educación secundaria ,
Que esta casa puede establecerse sin mayor recargo del presupuesto, sobre la base del Colegio Seminario y de Ciencias Morales que existe actualmente en la Capital:
Sobre la base del Colegio Seminario y de Ciencias Morales, y bajo la denominación de "Colegio Nacional", se establecerá una casa de educación cientifica y preparatoria, en que se cursarán las Letras y Humanidades, las Ciencias Morales y las Ciencias Físicas y Exactas, con arreglo al programa anexo a este decreto, y según la distribución de materias que en él se determina.
Nombró Rector del Colegio el Dr. Eusebio Aguero, y nómbrase de Director de los Estudios a D. Amadeo Jacques, quien propondrá oportunamente los profesores que han de servir las cátedras. La dirección profesional era independiente y estabaexclusivamente a cargo del Dircetor de estudios.

El plan pedagógico de Mitre


EL 5 de mayo de 1863, al inaugurar las sesiones del Congreso Legislativo. Mitre precisó sus propósitos de la siguiente manera: "Colocado este establecimiento en el centro de los recursos que ofrece la Capital, bajo la dirección de distinguidos profesores, él debe necesariamente prestar importantes servicios en la formación de ciudadanos virtuosos y capaces, que al volver a sus hogares, llevaran además los sentimientos de fraternidad indispensables en la comunidad en los primeros años de la vida, y la influencia tan benéfica para la estrecha unión de los pueblos.
"Bajo su inmediata y especial ateneión, este Colegio podrá servir de norma para regularizar la enseñanza de los establecimientos que eostea la Nación, y en los demás que se propone crear con vuestro auxilio en otras localidades, ajustándola a un plan uniforme como es de notoria convenieneia".

Con esta fundación, Mitre reivindicaba a Pueyrredón y Rivadavia, colocándose en su misma línea educativa El Colegio significó una importante contribución a la unidad nacional, y el punto de partida de un amplio programa: establecimiento modelo, a cuyo ejemplo se trazaron los restantes.

En diciembre de 1864, Mitre fundó los colegios nacionales de Catamarca, Mendoza, Salta, San Juan y Tucumán, creando una red cuya trama continuaron Sarmiento y Avellaneda.
El plan de estudios, dictado por decreto Nø 5848, comprendia tres ramas principales: letras y humanidades; ciencias morales, y ciencias exactas El predominio de la tendencia humanista no excluía una importante atención cientifica.
Aguero enfermó, no tardó en alejarse y murió en 1864.

Jacques lo sucedió, y le bastaron pocos meses, pues falleció al año siguiente, para ejercer un poderoso influjo renovador.

El rectorado de Jacques.

Jacques comprendía la misión del Colegio, y contaba para realizarla con dotes extraordinarias: personalidad, talento, juventud, honda formación pedagógica y filosófica, y hasta una talla imponente que infundía respeto por mera presencia.
Nacido en Francia, nieto del pintor Gérard, influído por el eclecticismo filosófico de Victor Cousin, Jacques era figura descollante de la generación del 48, amigo y compañero de Alfred de Musset, de Gustave Planche, de Jules Simon. Cursó la Escuela Normal Superior, ocupando a temprada edad, cátedras y tribunas.
Educador, promotor de la ciencia y la cultura Nació en París (Francia) el 4 de julio de 1813. Murió en Buenos Aires el 13 de octubre de 1865 El nombre de Amadeo Jacques está para siempre ligado con la historia del Colegio Nacional de Buenos Aires, del que fuera profesor y rector, y con la cultura de Buenos Aires y Tucumán. Jaques nació en Francia en 1813. Estudió en el Liceo de Borbón y en la Escuela Normal de París, donde orientó su vocación hacia las ciencias naturales. Luego de obtener el título de profesor, dio clases en Amiens y Versalles y, a los 24 años, obtuvo el doctorado en letras en la Sorbona, con dos tesis: una latina (De platonica idearium doctrina) y otra francesa (Aristóteles, historiador de la filosofía). Poco después, obtuvo también el diploma de licenciado en ciencias naturales en la Universidad de París. Luego de 1840, enseñó en la Escuela Normal Superior y en el Liceo Luis el Grande de París y editó varias obras filosóficas, entre ellas algunas de Leibnitz. Por esa época, además, preparó, en colaboración, un Manual de Filosofía para uso de los colegios, que fue una obra muy utilizada en varios países europeos. Por motivos políticos, Jacques debió abandonar los claustros parisinos. En 1847, se le prohibió ejercer la docencia en Francia, por lo cual decidió marcharse del país, y radicarse en Montevideo, a donde llegó en 1852, recomendado por Humboldt. Luego se trasladó a Paraná, atraído por el progresismo cultural que esbozaba el gobernador entrerriano Urquiza. En esa ciudad, Jacques se dedicó a la daguerrotipia y a la agrimensura. Poco después, viajó a Buenos Aires, donde dictó algunos cursos libres, a Rosario, y nuevamente a Entre Ríos, donde fue presentado a Urquiza, por entonces Presidente de la Confederación Argentina. Fue nombrado al frente de la Dirección de Catastro, pero al poco tiempo abandonó la provincia, para ir a Córdoba, y luego a Santiago del Estero. En 1856, fue nombrado Agrimensor General de la provincia y agregado científico a una expedición científica al Chaco y el río Salado, experiencia que sería luego asentada en la obra Excursion ou Rio Salado et dans le Chaco, editada en París en 1857. Luego pasó a residir en Tucumán, donde realizó distintas labores y donde se relacionó con buena parte de la alta sociedad de la ciudad de San Miguel. En 1858, fue nombrado Director del Colegio de San Miguel, donde desarrolló una vasta obra renovadora de los sistemas y metodologías pedagógicos. Asumió también la función de bibliotecario del Colegio y aumentó de tal modo la colección bibliográfica, que pronto fue la base de la Biblioteca Pública de San Miguel. En 1860, luego de algunas desavenencias de índole política y de algunos hechos desgraciados que tuvo que sufrir, Jacques renunció a su cargo. Se dedicó entonces al periodismo, como redactor de El Eco del Norte y El Liberal. En esos diarios, publicó varios proyectos de reglamentos sobre instrucción pública. Después, el vicepresidente de la República, el tucumano Marcos Paz, lo invitó a trasladarse a Buenos Aires, y le ofreció ser Director de estudios del Colegio Nacional, institución que había sido creada por Bartolomé Mitre poco tiempo antes, y que era dirigida, en ese entonces, por Eusebio Agüero. Algunos años más tarde, a la muerte de Agüero, Jacques pasó a ocupar el rectorado del Nacional. En esa función, transformó completamente la enseñanza, introduciendo las nuevas ideas cientificistas que provenían de Europa y planeó la educación primaria, secundaria y universitaria, con la base de una enseñanza de tipo universalista que debía preparar al alumno "a aprender todo". El Colegio Nacional, bajo la égida de Jacques, se convirtió pronto en un modelo a imitar por los demás colegios del interior del país. También, junto con otros grandes pensadores de ese tiempo, como Juan María Gutiérrez, preparó una obra de suma importancia, el Plan de Instrucción Pública, que tuvo mucha influencia en los planes educativos de fin de siglo XIX. También fue, durante varios años, profesor de física experimental y química y autor de un Curso de Filosofía, que se editó en Francia, y que fue la base de la enseñanza de esa disciplina en nuestro país. Jacques murió el 13 de octubre de 1865. Sus restos fueron despedidos por una comitiva muy nutrida, que incluía a todos los alumnos del Nacional, a las personalidades más destacadas de la cultura y la política argentina, y por una gran cantidad de vecinos. La figura de Jacques, fundador del Círculo Literario en 1864 y uno de los miembros de la Generación del ´80
Fundó revistas, publicó libros. Participó en la revolución de 1848, reclamando desde las columnas de su edición "La libertad de pensar", un régimen republicano con amplias garantias de libertad y fines sociales. Pero al producirse el golpe de estado de Napoleón lII, Jacques fue perseguido. Expulsado de sus cátedras, clausuradas sus publicaciones, en 1851 tomó el camino del exilio, como tantos compatriotas ilustres: Tocqueville, Hugo, Quinet, etc.
En 1852 llegó a Montevideo, y luego a nuestro pais, donde asociado con Alfredo Cosson, para subsistir se dedicó primeramente a la daguerrotipia, novedad muy en boga.
En 1855, el gobierno de Urquiza le encomendó varias investigaciones de carácter geográfico y económico, en el Chaco y Tucumán. Prealizó desde entonces diversos estudios antropológicos, zoológicos, botánicos, hizo pie en Santiago del Estero y luego pasó a Tucumán, donde contrajo enlace y ejerció durante cuatro años la dirección del Colegio de San Miguel, que organizó entre dificultades de toda indole.Por consejo de Marcos Paz, Mitre lo llamó a Buenos Aires en 1863. La influencia que Jacques ejerció, durante su breve rectoria del Colegio, en el movimiento cultural y el desarrollo educacional del pais, aún perdura.
Autor del plan de estudios de 1863, Jacques pretendia dotar de un sentido propedéutico a la enseñanza secundaria; es decir, que el bachillerato fuera algo así como un grado universitario inicial, y que tuviese carácter formativo mediante el adecuado equilibrio de las humanidades clástcas y las científicas. También aconsejó que este ciclo preparatorio tuviera una duración superior a la de cinco años, que se le asigno en principio. Jacques era enemigo de la especialización prematura; comprendía bien, por otra parte, las necesidades del país en materia educativa. Y fue bajo su influjo que la comisión creada por el gobierno para elaborar un proyecto de instrucción general y universitaria, al expedirse en 1865 aconsejó la institución de estudios que educasen para el comercio, la agrimensura, la minería; y de escuelas primarias superiores que enseñasen de acuerdo a las características regionales; amén de otras innovaciones en materia universitaria."Juvenilia". El Colegio en la literatura. Es muy posible que los méritos de su rectorado, no hubieran bastado para hacer subsistir la imagen de Jacques con la fuerza vital que aun hoy la acompaña, si no hubiese contado con el auxilio de las páginas, vibrantes de admiración, que Miguel Cané le dedicó en "Juvenilia"; libro que retrata con vivacidad el período en que su autor cursó las aulas del Colegio (1863-1868), recordando las travesuras del internado y la personalidad de profesores y condiscípulos.
El Colegio ha inspirado otras expresiones literarias de mérito, como la "Elegía al viejo Nacional Central", de Baldomero Fernández Moreno, y diversos trabajos de Manuel Podestá, Martín García Merou, Enrique Larreta, Aníbal Ponce, Federico Tobal, Florencio Escardó, Ricardo Guiraldes, Ricardo Rojas, Paul Groussac, Osvaldo Loudet, Juan Mantovani, Ricardo Sáenz Hayes,Marco Denevi, Manuel Antín,PedroPico,etcetera.A Jacques sucedió su viejo amigo Alfredo Cosson, quien siguió las hondas huellas del maestro hasta 1876, en que debió retirarse afectado por una dolencia mental. En esa misma fecha el ministro Leguizamón suprimió el internado en todos los Colegios Nacionales donde aún subsistía.
Allá por 1877 tuvo luga la primera exposición Industrial de la República, que el presidente Avellaneda inauguro en el celebre patio de arena del Colegio. El rector, desde un año antes, era José Estrada.
E1 18 de enero de 1881 la Universidad fue nacionalizada; se suprimieron los estudios preparatorios que quedaron a cargo del Colegio, y una comisión proyectó que éste pasase a depender de la Facultad de Humanidades, pero el Congreso nunca trató tal proyecto.
Al producirse el conflicto de 1884 entre el presidente Roca y el Nuncio papal, Estrada intervino en la polémica y fue separado de sus cátedras y de la dirección del Colegio, despidiendo a sus alumnos con una alocución memorable.
Lo reemplazó Amancio Alcorta (1884-90), autor de muy valiosos estudios sobre la enseñanza secundaria en nuestro país; y luego Adolfo Orma (1890-92). A esta altura, la disciplina interna se había resentido y los conflictos de ese orden hicieron crisis en un episodio durante el cual, los alumnos abuchearon al inspector general de enseñanza, don Santiago Fitz Simons. Este solicitó de inmediato al Poder Ejecutivo la exoneración del rector, a quien acusó de "abandono o falta de tino" "en el cumplimiento de sus funciones.
Orma fue separado por decreto del 25 de abril, que firmaron el presidente Pellegrini y su ministro Balestra. Quince días más tarde, se designó el sucesor, Valentín Balbín, ingeniero y hombre público, ex condiscípulo de Cané. Pero aquella circunstancia llevó a un grupo de personas, encabezadas por el rector destituído, a fundar elInstituto Libre de Segunda Enseñanza, adscripto a la Universidad desde 1893 y que hasta hoy sigue el mismo plan de estudios del Colegio, sin llegar a ser realmente un incorporado. En 1911 el Colegio admitió como tales a tres colegios particulares (el Salvador, el Lacordaire y el de Nuestra Señora de Luján), pero el 10 de junio de 1912 el ministro Garro dejó sin efecto la incorporación. Reestablecida más tarde, subsistió poco más de dos lustros.El rector Balbín (1892-96) y sus sucesores Juan P. Aguirre (1896-1900) y Manuel B. Bahía (1900-02), debieron afrontar proproblemas disciplinarios, e inclusive una notoria politización del alumnado; que influído por las agitaciones iniciadas en 1890, llegó a constituir un Comité en el mismo Colegio, editando un periódico que rregentearon los futuros dirigentes radicales Mario Guido y José P. Tamborini. El hecho en sí no era novedoso, si se recuerda el apasionado enfrentamiento entre "porteños" y "provincianos" que Cané relata.
En 1902 asumió el cargo de rector don Enrique de Vedia, que ya lo habia sido del Colegio de Concepción del Uruguay. A él alude Fer nández Moreno cuando en su "Elegía", recuerda la "renegrida barba rectoral". Era hombre de vasta cultura; admirador de Echeverría, en su tiempo los alumnos del Colegio donaron a la ciudad una estatua del prócer civil, modelada por el profesor Torcuato Tasso. Erigida en los jardines de Paiermo, en 1957 se la trasladó a la plaza San Martín.
Por entonces ( 1903 ) comenzaron las obras de reedificación del Colegio, parte de cuyo edificio fue demolido, funcionando sus cursos en espacio reducido y precario durante mucho tiempo, pues las tareas se suspendieron en 1906, y sólo estuvieron totalmente concluidas treinta anos más tarde. Anexión del Colegio a la Universidad. Entretanto, la ciudad crecía y sus necesidades educativas también. El Colegio Nacional fue origen de cuatro secciones que dependían de la casa central y estaban a cargo de vicerrectores; "la Norte" (antece- dente del actual Colegio Nacional Sarmiento); "la Sud" (Colegio Na- cional Rivadavia); "la Oeste" (Colegio Nacional Mariano Moreno), y "la Noroeste" (Colegio Nacional Avellaneda). Queda dicho que la sede tradicional comenzó a ser conocida como el "Colegio Nacional Central", nombre que oficialmente nunca tuvo, sino que comprendía un sentido jerárquico y geográfico.
Durante mucho tiempo el Colegio, tan vinculado a la Universidad desde los orígenes, había cumplido una finalidad preparatoria de estudios superiores.Por decreto del 22 de febrero de 1907, el Poder Ejecutivo resolvió transferir a las Universidades de Córdoba y La Plata los respectivos Colegios Nacionales, y a la de Buenos Aires, el Colegio y el Instituto del Profesorado Secundario. Su propósito era realizar un ensayo, cuyo resultado serviría para fijar la orientación de los establecimientos de pendientes del Ministerio, mientras la Universidad obtenía la oportunidad dad de completar la práctica de un régimen que ella misma había creado.Esta incorporación fue aceptada por Córdoba y La Plata; y también por el Consejo Superior de la Universidad de Buenos Aires, el 12 de abril. Sin embargo dicho Consejo puntualizó ciertas disidencias con el decreto de anexión, solicitando que se ampliaran atribuciones para organizar y designar personal, modificar planes agregando un sexto año de estudios polifurcados, etc. En suma, una resolución del ministro Bibiloni del 22 de octubre, suspendió la anexión del Colegio y del Instituto de Profesorado. El Poder Ejecutivo no accedía a aquellos requerimientos, y el intento se desdibujó hasta nuevo estudio.En su memoria correspondiente al año 1910, el rector de la Universidad Eufemio Uballes, advertía que desde años atrás, se intentaba separar los estudios secundarios generales de los que deberían ser preparatorios para el ingreso a las Facultades, atribuyendo "la escasísima preparación de los jóvenes que pretenden ser admitidos en la Universidad", a la que confundía en una sola clase de institutos, dos tareas diversas: la intrucción secundaria en general "debe tender a dotar al alumno del mayor número posible de nociones prácticas e inmediatamente aplicables", mientras que "la instrucción preparatoria de los estudios superiores debe prescindir de la utilidad inmediata, y preocuparse sobre todo, de la disciplina mental del alumno". Terminaba propugnando la reincorporación del Central a la Universidad, o bien la creación de un liceo bajo dependencia de ésta.
La perseverante acción del Rector Uballes fue oída por el poder Ejecutivo; y otro ex-alumno, el presidente Roque Sáenz Peña, dictó el 4 de noviembre de 1911, el decreto de anexión del Colegio Nacional de Buenos Aires de esta Ciudad a la Universidad de la misma, y desde el 19/1/12, pasó a depender de la Universidad, como parte integrante de ella.

La anexión no conformó a todos. El 13 de noviembre renunció el rector del Colegio, Enrique de Vedia, manifestando "inavenible incompatibilidad entre mis ideas sobre educación secundaria" y las que el decreto trasuntaba.

Lo cierto es que se alejó definitivamente del Colegio central, y pasó a dictar cátedras en otros. Lo sucedió Eduardo Otamendi (1911-1915), que ejercía hasta entonces funciones de vicedirector. Al quedar librado este cargo, el rector Uballes designó en el mismo al docente más joven que tenia el Colegio: Juan Nielsen, profesor de Ciencias Naturales, cuya personalidad pesó hondamente en el perfeccionamiento ulterior de la institucion.
En 1912, el Consejo Superior de la Universidad dictó la ordenanza sobre plan de estudios, ampliando la tendencia humanista de su enseñanza: se implantaron seis años de latín, la Historia del Arte y otras materias, amén de intensificarse los estudios históricos, filosóficos y de ciencias naturales.
También se agregó un sexto año de cultura desinteresada, necesaria a investigadores y profesionales.
A efecto de fijar la estructura del Colegio, el Consejo Superior sancionó poco después otra ordenanza que organizó su régimen interno, otorgándole un grado de autonomía didáctica y cientifica, y ciertas atribuciones en orden al nombramiento de personal administrativo y auxiliar que evitaren menudencias burocráticas.
En 1914, el diputado Saavedra Lamas -ex colegial-, obtuvo que la comisión de presupuesto que presidía, eliminara la leyenda "anexado a la Universidad", a efecto de devolver el Colegio al régimen ministerial. Pero en la Cámara, tras intensa polémica, tal dictamen fue rechazado; como rechazados fueron asimismo otros intentos realizados por el mismo Saavedra Lamas desde el Ministerio de Instrucción Pública.
Por fin en 1919 el ex-alumno y entonces profesor, doctor Luis Agote planteó, desde su banca de diputado, un debate de fondo que concluyó con la sanción de su proyecto, convertido en ley Nø 10.654, que decía así:"Art. 1.- Bajo el nombre de Colegio Nacional de Buenos Aires, anéxase a la Universidad de Buenos Aires el Colegio Nacional (central) entregado a la misma por decreto del 4 de noviembre de 1911.
Es útil conocer, al menos parcialmente, las discusiones esclarecedoras que se registraron con motivo de esta sanción. En la sesión del 11 de junio, el diputado Adolfo Dickman, también ex-alumno, expresó entre otras cosas:

El "Colegio de la patria".


Andando el tiempo, los hechos demostraron el acierto de esta experiencia, y pronto surgieron iniciativas enderezadas a extender los beneficios del sistema. Córdoba y La Plata adoptaron en sus Colegios, planes de estudio siguiendo las bases del vigente en Buenos Aires, y dejaron claramente establecido que la docencia secundaria debe ser formativa y ajena a toda preocupación utilitaria. Bien pudo decir el rector de la Universidad de Buenos Aires, Ricardo Rojas, en su discurso en el Colegio, el 12 de agosto de 1926:
"Grande es la responsabilidad que la Universidad de Buenos podríamos, por antonomasia, llamarle ya el colegio de la patria".
Esta definición no es caprichosa. El "Colegio de la patria" es el que ha formado mayor proporción de hombres eminentes. Es un hecho de fácil comprobación que los ex-alumnos se destacan en aulas, gabinetes, laboratorios, y en todo orden de actividades universitarias, respondiendo a la plástica modeladora del Colegio. Comparativamente, tiene más elevado porcentaje de laureados y de individualidades sobresalientes en cualquier campo de la inteligencia organizada.
En él estudiaron los presidentes Carlos Pellegrini, Roque Sáenz Peña y Marcelo T. de Alvear; dos premios Nobel argentinos - Bernardo Houssay y Carlos Saavedra Lamas-, y un sinnúmero de científicos como Luis Agote, Angel Gallardo, Ignacio Pirovano (Consuelo nº 3 – pag 347); juristas como Estanislao Zevallos, Alfredo Colmo, Luis Maria Drago (Estrella del Oriente nº 27 – Pág 189), Eleotoro Lobos (Libertad nº 48 – 282) y Roberto Repetto ; literatos de la talla de Rafael Obligado, Ricardo Guiraldes, Baldomero Fernández Moreno, Calixto Oyuela, Eugenio Cambaceres (padre e hijo, Unión del Plata nº 1 – pág 147), Lucio V López (Logia Docencia – 283) y Enrique Larreta; personalidades públicas como Antonio Dellepiane (Luis y Alberto – Libertad 48. pag 183), José Nicolás Matienzo (Logia Docente, pág 303), Pedro Goyena (ver especialmente pag 237, rechazado por su fanatismo), Aristóbulo del Valle (Logia Docente- 431), José Ingenieros (Unión Italiana 1ª nº 90 junto con su padre, publicó libros sobre masonería), Mario Sáenz, Ernesto Quesada, Belisario Roldán (Lealtad nº 6 – àg-373), Martín García Merou (Obediencia a la Ley 13 – pag 221), Carlos Ibarguren, Abel Cháneton (Justicia nº 17 pág 175, publicista) , Manuel Carlés, Nicasio Oroño (Regeneración nº 5 y Libertad nº 48), José León Suárez , Tomás Le Breton, Norberto Piñero, Rodolfo Rivarola (Logia Docente y La Plata nº 80 - 366), Juan B Justo, Nicolás Repetto, Alfredo Palacios (Libertad nº 48 – 331), Aníbal Ponce, Juan José Díaz Arana, el presidente paraguayo Juan B. Egusquiza y muchos más, cuya cuenta se hace difícil; incluso algunas mujeres, bajo el sistema de coeducacion existente a con1ienzos de siglo y reimplantado en 1957.


El "Colegio de Nielsen".

La fecha de anexión coincide, como dejamos dicho, con el advenimiento a los cargos directivos de un hombre llamado a ejercer gran influencia en los destinos de la casa: Nielsen
Tanto bajo el rectorado de Otamendi como el de sus continuadores José Popolizio (1915-18) y Tomás Cullen (1918-24), Juan Nielsen fue, como 3acques respecto de Aguero, no un colaborador más, sino quien orientó, en verdad, toda la política educacional.Egresado del Instituto Nacional del Profesorado Secundario, no poseía título universitario, hasta que la Universidad de Buenos Aires en reconocimiento a su mérito, lo doctoró "honoris caúsa" en 1924. Designado por fin rector del Colegio, lo reorganizó y desde 1924 hasta 1941, le infundió un nuevo impulso creador. En un ciclo de treinta años, su mano rigió el complejo mecanismo te la casa ,dejando en ella una impronta inconfundible.
No es fácil formular, con detalle, un repertorio de la tarea renovadora ensayada en el "Colegio de Nielsen", como solía llamarlo el presidente Yrigoyen, consustanciando por tal manera al hombre con su obra. Obra muchas veces resistida por el misoneísmo y la "tradición" mal entendida.
En un apresurado bosquejo, cabría señalar la terminación del edificio, "gran palacio" donde Nielsen cuidó cada detalle: luz, colores, dimensiones, conservando por otra parte algunas reliquias del pasado, tales como la fuente emplazada en el patio "Mariano Moreno"-desarmada hace más de una década, y luego extraviada-, y un rincón que mantiene la arquitectura antigua, respetando las características columnas y el embaldosado blanco y negro. Para proyectar la remodelación, asi como la sede de los Tribunales, el Poder Ejecutivo había contratado al arquitecto belga Maillard. El 21 de mayo de 1938, al celebrarse el 75ø aniversario del decreto 1 de Mitre, el presidente Ortiz presidió el acto de inauguración oficial del local, concluído un año antes. En 1 943 fue declarado solar histórico.
Además, se equiparon los gabinetes desmantelados ,cobrando especial auge los de Dibujo y Geografía. Se edificó el observatorio, cuyo telescopio dotó la Facultad de Filosofía y Letras. Se instaló en el salón de actos, el órgano donado por el profesor Nicolás Avellaneda ( h. ), y diseñado por su primer ejecutante, el profesor ingeniero José A. Medina. Se fichó y amplió extraordinariamente la biblioteca. Se estableció el régimen de concursos para la selección de profesores; y entre los alumnos, una disciplina severamente patriarcal, adecuada a las condiciones del momento. Los estudiantes sin recursos recibieron becas, suministradas en forma reservada para que no se sintiesen disminuídos frente a sus compañeros más pudientes. Fueron implantados los trabajos prácticos, a fin de abandonar la enseñanza rutinaria y libresca, y despertar vocaciones científicas y experimentales. Se utilizaron, por primera vez en el país, la cinernatografía y las proyecciones como elementos auxiliares de la docencia. Conferenciantes y concertistas de fama mundial visitaron el Colegio: Einstein, Ortega y Gasset, Orlando, Getulio Vargas... y hasta el dúo Gardel-Razzano en alguna oportunidad ilustró con música vernácula una conferencia, como para que la sensibilidad Popular no quedara ausente de los claustros académicos.
El 20 de noviembre de 1922, el Consejo Superior de la Universidad instituyó el Premio "Rector Uballes", medalla de oro y diploma que se otorga "al bachiller sobresaliente" de cada promoción. Desde entonces, los premios han ido aumentando en cantidad e importancia. Año tras año, el 12 de agosto, aniversario de la creación de la Universidad, tiene lugar la colación de grados, ceremonia en la cual el Colegio despide a sus bachilleres y les distribuye diplomas y distinciones. En el período 1952-1956 dicho acto académico fue suspendido.
El 23 de agosto de 1934 quedó constituída la Asociación de Ex Alumnos del Colegio Nacional de Buenos Aires, que congrega a buena parte de los graduados.Nielsen tampoco descuidó la educación física de los jóvenes; inaugllró el gimnasio y natatorio cubiertos, en el subsuelo de la casa, y el campo de deportes ubicado sobre la avenida Costanera.
Docente admirable, que despertó y definió muchas vocaciones, Nielsen vivió exclusivamente dedicado al Colegio, hasta su muerte acaecida en 1941.


Llegamos pues al final de este trabajo en donde hemos marcado la profunda tarea masónica llevada a cabo en el COLEGIO NACIONAL DE BUENOS AIRES.


Ha dicho el Marques de Lafayette, que puso su brazo al servicio de las dos grandes revoluciones libertadoras del siglo XVIII, la norteamericana y la francesa, un insigne masón,


‘Los hombres denodados, obstinados, algo estúpidos y perfectamente honorables, que tienen una fe ciega en la libertad y en la perfectibilidad de la humanidad, son ridículos; por otra parte, gracias a ellos, y únicamente gracias a ellos, existe la posibilidad de civilizar la política del hombre y mejorar su suerte’. Nos contamos entre esos hombres ridículos y algo estúpidos, y a mucha honra.-








* addenda de ACTUALIZACIÓN AL 10.4.2003 EN WEBMASTER DEL CNBA
En 1865, se crea el "Departamento de ciencias exactas, comprendiendo la enseñanza de las matemáticas puras, aplicadas y de la historia natural". La enseñanza se confía respectivamente a los profesores contratados de Europa: la de matemáticas puras al doctor Bernardina Speluzzi, de la Universidad de Pavía; la de matemáticas aplicadas al ingeniero Emilio Rosetti, licenciado en la Facultad de Matemáticas de la Universidad de Turín; y para la historia natural a Pelegrino Strobel, de la Universidad de Parma. Strobel regresó en 1866 a su patria y fue sustituido por Juan Ramorino.
El Departamento inició sus tareas en 1866. Y en 1869, después de los cuatro años de estudios, egresaron los primeros doce ingenieros argentinos que tuvieron todos una destacada actuación profesional y científica. Recordemos a Valentín Balbín que reemplazó a Speluzzi y fue luego designado doctor honoris causa. Se debe a Balbín uno de los primeros intentos de periodismo científico: en 1889 funda la Revista de matemáticas elementales que tuvo tres años largos de vida. Sólo un cuarto de siglo después reaparecerá otro intento semejante.
Veamos ahora rápidamente las etapas sucesivas del Departamento de ciencias exactas de Buenos Aires. En 1874 la Universidad sufre una reforma esencial: se le reincorpora la Facultad de ciencias médicas, el Departamento de estudios preparatorios se convierte en Facultad de humanidades y filosofía, y el Departamento de ciencias exactas se desdobla en dos Facultades científicas: de matemáticas, que presidirá Gutiérrez, y de ciencias físico-naturales, que presidirá Puíggari, Miguel (Iniciado en Barcelona, Logia Fidelidad, aquí participó en la Logia Docente pag 352).
Cuando en 1881 se produce la nacionalización de la Universidad las dos facultades vuelven a reunirse en la Facultad de ciencias físico-matemáticas.
En 1891 la Facultad toma su nombre actual de Facultad de ciencias exactas, físicas y naturales, y en sus planes de 1896 aparece al lado de los doctorados en ciencias físico-matemáticas y en ciencias naturales, el doctorado en química, cuyos estudios, en virtud de sus posibilidades profesionales, han adquirido gran pujanza.
En 1872, Gutiérrez, en un proyecto de ley remitido al gobierno, expuso sus ideas sobre organización universitaria. Propugnaba la enseñanza libre que "hará imposible la estagnación de la ciencia" y proclamaba la autonomía universitaria.
Fuera de otras iniciativas, Gutiérrez proyectó escuelas de agricultura, de comercio y de náutica, así como se esforzó en crear una Facultad de química y farmacia. En este último proyecto fue estimulado por la Asociación farmacéutica de Buenos Aires, creada en 1858, y que desde entonces publica una Revista Farmacéutica.
En 1877 la Universidad inicia sus publicaciones, editando los Anales de la Universidad de Buenos Aires, que aparecieron hasta 1902 con una interrupción entre 1878 y 1888. Los Anales publicaron con preferencia documentos oficiales y sólo muy pocos trabajos firmados. En cambio la Revista de la Universidad de Buenos Aires, cuya publicación se inicia en 1904, contenía trabajos originales de filosofía, ciencias y letras, que reflejaban el movimiento cultural del país y del extranjero en conexión con los problemas de la Universidad.
Recién 10 años más tarde (1914), aparece la Revista de la Universidad Nacional de Córdoba con trabajos de humanidades, derecho y ciencias sociales, ciencias biológicas, ciencias físico-naturales y matemáticas.
La declaratoria de Buenos Aires ciudad capital y la federalización de su territorio, trajo consecuencias en la vida universitaria argentina. Con motivo de su nacionalización (1881), fue necesario, en primer lugar, fijar un régimen legal permanente y común a las dos universidades nacionales existentes, promulgándose en 1885 la llamada "ley Avellaneda" (Nicolás Avellaneda, a la sazón rector de la Universidad y senador nacional, fue el autor del proyecto).
Una segunda consecuencia de la federalización de Buenos Aires fue el advenimiento de una Universidad en La Plata, flamante capital de la provincia de Buenos Aires, propósito que se concreta por ley provincial de 1889. Pero los tiempos no son propicios y la ley no se ejecuta sino en 1897, fecha en que se establece la Universidad.
La organización definitiva de la Universidad de La Plata recién se logró con su nacionalización, cuando en 1905 constituye la tercera universidad nacional por obra principal del ministro González, que fue también su primer presidente. A esa organización contribuyó la serie de cesiones que, desde 1902, el gobierno provincial hizo a la nación de institutos especiales que dependían de la provincia.
Esas cesiones fueron:
- El Observatorio astronómico, instituido en 1882.
- El Museo de ciencias naturales, creado en 1884.
- La Escuela práctica de agricultura y ganadería de Santa Catalina.
- La Facultad de agronomía y veterinaria, creada por ley de 1889, pero independiente de la Universidad.
- La Biblioteca Pública que funcionaba en La Plata desde 1884.
En esa Universidad aparecen por primera vez los diplomas de doctor en astronomía, doctor en física y doctor en matemáticas, con lo que se inician los estudios astronómicos y físicos en la Argentina, especialmente estos últimos. Para ello contó desde 1906 con un Instituto de física bien provisto y que desde 1909 estuvo bajo la excelente dirección de un físico eminente: Emil Hermann Bose.
Su acción al frente del Instituto fue eficaz, aunque breve, pues falleció en 1911, sucediéndole otro físico alemán: Richard Gans, quien continuó la obra iniciada por Bose, impulsando la investigación científica a una altura que valió al Instituto un justo renombre internacional.
En 1914, y a iniciativa de Gans se inicia la publicación de un periódico científico, Contribución al estudio de las ciencias fisicomatemáticas, en dos series: Serie matematicofísica y técnica.
Aunque en esta época sólo existen en el país tres universidades nacionales, pueden, no obstante, encontrarse en él, los gérmenes de las tres restantes universidades nacionales que se han de crear más adelante.
Así, en Santa Fe existía desde 1889 una Universidad provincial donde sólo funcionó la Facultad de derecho, hasta 1911, año en que se agregan las escuelas de farmacia y obstetricia, que más tarde se reúnen en una sola facultad. Son estas dos facultades las que existen cuando unos años después se crea la Universidad Nacional del Litoral.
Por su parte en Tucumán había nacido en 1875 una Facultad de jurisprudencia y ciencias políticas, que había muerto después de un par de lustros. Y en 1912 la legislatura provincial sanciona una ley creando una universidad. Esa universidad no contó desde sus comienzos con institutos de estudios científicos superiores, aunque posteriormente, a raíz de su nacionalización, tales estudios se incorporaron a la universidad.

1 comentario:

Unknown dijo...

Carlos: te agradezco por tan buen material y reflexiones. Pato.

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