Masonería argentina e internacional. Estudios y propuestas masónicas.

viernes, 14 de agosto de 2009

¿A LA G.·.D.·.G.·.A.·.D.·.U.·. ? Algunas precisiones

LA ACADEMIA DE ESTUDIOS MASONICOS DE LA GRAN LOGIA DE GUATEMALA.

Con gran alegría hemos leído la página web de la Gran Logia de Guatemala de Libres y Aceptados Masones.

En la misma, se destaca la existencia de la Academia de Estudios Masónicos de Guatemala, en permanente búsqueda de la verdad.

La Academia de Estudios Masónicos de Guatemala ha publicado una plancha de un M.·.M.·. de Colombia, que por su fácil comprensión sin desmedro de su profundidad, es menester hacer conocer a los HH.·. de la Argentina, especialmente a los Apr.·. para despejar algunas telarañas y asimismo mover a la reflexión en todos los ámbitos, sin que eso implique vulneración de los "landmarks" que nos tutelan.

REFLEXIONES SOBRE EL G:. A:. D:. U:.
Raúl Renowitzky Comas, M:. M:.
COLOMBIA


ADVERTENCIA
Debo advertir, como siempre lo hago en este tipo de intervenciones, que más que todo es una reflexión personal a partir de libros y artículos obtenidos de diversas fuentes, las principales de las cuales se presentan al final del trabajo a modo de notas al pie, con estructuración propia de este servidor.
Sin pretender ser completo ni concluyente, ha sido elaborado bajo la propia perspectiva de quien escribe, únicamente con fines didácticos, sin intención alguna de desconocer ni suplantar a los inspiradores de aquellas palabras o pensamientos que hayan sido aquí plasmados, ni persiguiendo lucro comercial alguno. Su utilización por parte de la Orden está, obviamente, permitida sin que se requiera autorización previa alguna, con las únicas salvedades de que no se publique o publicite con ánimo de lucro, se citen íntegramente las fuentes tal como aquí lo hacemos y que se utilice solo como material de estudio y reflexión entre los Hermanos.

“¿Quiénes tienen razón, los idealistas o los materialistas? Una vez planteada así la cuestión, vacilar se hace
imposible. Sin duda alguna los idealistas se engañan y/o los materialistas tienen razón”.
Mijail Bakunin (1)

Para Bakunin la humanidad no es otra cosa que “la manifestación más alta de la animalidad”.



Bajo esa óptica, obviamente no hay mucho que razonar respecto de conceptos superiores de la espiritualidad y por lo tanto con él en el pasado o con sus seguidores en cualquier instante, quizá hasta ahí llegaría cualquier eventual disertación sobre una entidad superior.
Porque para el hombre todo se reduciría a estudiar, como máximo, el origen, el desarrollo y el posible fin de un proceso meramente evolutivo de la materia, o de la energía. Por ningún lado algo que se parezca al concepto de alma.

Por otra parte, Tomás de Aquino nos explica mediante las “cinco vías” expuestas en su Suma Teológica, cómo con argumentaciones metafísicas a posteriori, o sea a partir de las cosas más conocidas por el hombre, se demuestra la existencia de Dios.

Dos pensadores, dos concepciones, dos mundos diferentes. La eterna polaridad que hallamos en nuestro camino. Podríamos escoger lo uno o lo otro.

Pero a los Masones, por principio, no nos es dable zanjar el tema tan fácilmente.

En la cotidianidad de nuestra práctica, resulta a veces francamente desconcertante, por decirlo de alguna manera, lo que con frecuencia presenciamos entre Masones con respecto a esta sabia fórmula que encontraron nuestros antepasados para conciliar las posiciones que sobre creencias religiosas, místicas, esotéricas y filosóficas pudiera haber en un momento dado al interior de una Logia.

¿En qué queda hoy en día, podríamos preguntar, el concepto del G:. A:. D:. U:.?

Para los agnósticos, parece ser un principio creador u ordenador, despojado por completo de cualquiera de las más elementales características que el hombre atribuye a las deidades. Pura energía, si acaso; con la que jamás se tendrá la oportunidad de mantener una comunicación espiritual e inteligente. Un conjunto de leyes universales que sostienen la conformación del universo. Y si no, ¿para qué Euclides y todo lo demás?

Los deístas, basados de todos modos en la razón, parecen identificarle con la existencia de una potencia superior incognoscible, pero ajena a toda revelación y, por consiguiente, a todo dogma, más vinculada quizá a cierta suerte de religión natural.



En cuanto a los teístas, parece que llegan a entenderlo sencillamente como su respectiva deidad personal, vinculada a ciertos dogmas particulares según el credo. Y quienes así concluyen al cabo del tiempo, no dudan en desear con la mejor intención a otro Hermano: “Que el G:. A:. D:. U:. te bendiga, te guarde y te proteja”, mimetizando de esta manera la esencia de su Dios inmanente bajo el ropaje masónico.

Para la mayoría, en fin, quizá sea algo sobre lo que no quisieran ponerse a pensar demasiado.

Otro formalismo menor con respecto al cual parecería posible transar sin mayor discusión en aras de pertenecer al grupo y, al tiempo, mantenerse en armonía dentro del mismo. Lo cual podrían algunos sectores entender como simple claudicación al derecho de librepensamiento y, desde luego, de libre expresión.

Visto lo anterior, más complejo puede entonces resultar, obviamente, concebir lo que realmente significa que los Masones abramos, desarrollemos y cerremos nuestros Trabajos a su gloria.

Jung decía que las historias de dioses y semidioses, no eran más que exageraciones sobre reyes y jefes hacía mucho tiempo enterrados pero que aún las gentes de culturas ancestrales aceptaban en mayor o menor grado que los mitos podían no corresponder exactamente a lo que su narración mostraba; luego planteó que lo mismo puede decirse hoy en día respecto de los símbolos: que quizá en últimas no signifiquen exactamente lo que aparentan.(2) Pero expresamente aclaraba que, siempre, un símbolo representa algo más que su significado evidente e inmediato (3) y, al intentar comprenderlo, no nos hallamos instalados solo enfrente de él mismo, sino ante la totalidad de los símbolos que usamos en el entorno en que nos movemos, cuyos variados antecedentes culturales se mezclan entre sí y aún con las vivencias más comunes de nuestra cotidianidad presente. (4)

En lo relativo al G:. A:. D:. U:., siempre me ha llamado la atención la perspectiva que al mismo le aplica André Nataf (5) cuando dice que es el arquetipo de los arquetipos, el punto extremo de la abstracción y, parodiando a Proudhon cuando hablaba de Dios, le califica de “hipótesis necesaria”, ficción operativa que fácilmente pueden aceptar tanto creyentes como no creyentes, planteando que entre Dios y el G:. A:. D:. U:. hay tanta diferencia como entre adoración y simbolización; para finalizar diciendo que es, en últimas, un sueño anticipador de algo, tal como lo fueron en su momento los primeros planteamientos sobre los derechos del hombre. Un sueño sin el cual la Masonería no conseguiría ilustrarse, porque sus iniciados carecerían de un claro ideal al cual aspirar en el permanente camino de su búsqueda.

Bajo esa óptica, puede entonces resultar comprensible que los Masones abramos, desarrollemos y cerremos nuestros Trabajos a la gloria de ese sueño ideal que entonces se constituye en el necesario acicate para nuestro continuo perfeccionamiento.

Sin que se requiera que le demos la connotación específica de una deidad en particular, pero al mismo tiempo sin que se proscriba esta opción para quien así lo prefiera y con lo cual se sienta cómodo.

Podría inclusive un Masón entenderle, principalmente, como el ulterior triple ideal de Libertad, Igualdad y Fraternidad, pilares generadores y ordenadores de un mundo mejor, convertidos en magistral y subliminal fórmula, siempre presente en todos nuestros actos.



Dios y los demiurgos pueden mantenerse, de esta manera, en el fuero interno de cada creyente, sin que sea menester involucrarles explícitamente en aquello en lo que parece no resultar necesario hacerlo.

A César, lo que es de César.

(1) DIOS Y EL ESTADO, Mijail Bakunin, Edición Virtual, pg.2
(2 ) EL HOMBRE Y SUS SIMBOLOS, Pensamiento de Carl G. Jung; M. L. von Franz, Joseph L. Henderson, Jolande Jacobi, Aniela Jaffé; Luis De Caralt Editor S.A., Barcelona, 1977, pg 86
(3) Ob. cit. pg 48
(4) Ob. cit. pg 88
(5) LOS MAESTROS DEL OCULTISMO, André Nataf, Alianza Editorial S.A., Madrid, 1994, pgs 56 y 57

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